Bilbao - Para muchos, el triste fallecimiento de Iván Fandiño acabó con el último torero de Bizkaia. Nada más lejos de la realidad, el territorio vizcaino aún cuenta con un último bastión en la tauromaquia, su nombre es Iván Abásolo (1983), y al igual que el malogrado Fandiño, viene de Orduña. El diestro vizcaino se doctoró en 2013, y desde entonces sueña y lucha para algún día hacer el paseíllo en el coso de Vista Alegre.
¿Cómo le surgió la afición y las ganas de ser torero?
-La afición me surgió desde bien pequeñito, con seis años. En mi casa siempre se ha respirado ambiente taurino, especialmente mi madre y mis abuelos, que eran muy aficionados. Entre eso y que en Orduña siempre ha habido tradición por las fiestas de ochomayos, me nació la afición a los toros.
¿Aprendió a torear en alguna escuela taurina?
-En ninguna, soy autodidacta cien por cien. Eso, como todo, tiene su parte negativa y la positiva. La parte negativa es que a la hora de aprender todo te cuesta el doble y a la hora de abrirte al mercado no tienes a nadie que te ayude. La parte positiva es que todo es más pasional, vas creciendo como torero y como persona y te vas descubriendo haciendo tu tauromaquia.
¿Qué aspecto destacaría como matador de toros?
-He pasado por varias fases. Cuando era novillero sin picadores tenía muchísimos fallos, y no era consciente de lo que era el toreo hasta que debuté de novillero con caballos. Y allí, con ganaderías duras, me hacían tener ciertos recursos. Pero cuando tomé la alternativa tuve que refinar mi toreo, optando más por el gusto.
¿Su ídolo taurino?
-Me fijo en todos, pero una de las referencias más claras como torero y persona es José Miguel Arroyo Joselito. Es una personalidad arrolladora por la sinceridad que transmite. Es un tío cautivador, tanto en la calle como en la plaza.
Actuó en Bilbao como novillero sin caballos en 2005. ¿Cómo fue aquella experiencia?
-Cuando estaba empezando no tenía a nadie que dirigiera mi carrera. Me dejé aconsejar por personas que me llevaron a debutar en Vista Alegre cuando no estaba lo suficientemente preparado, fue un día de muchos nervios y me vino grande. Fue mi debut y mi despedida. Pero aquí estoy ahora para decir que aquello fue un mal sueño, he evolucionado como torero, he tomado la alternativa y estoy orgulloso de ser torero de Bizkaia.
También ha actuado en Las Ventas. ¿Cómo es torear en la Meca del toreo?
-Llegué a Madrid con más experiencia, pero Las Ventas pesa mucho. Es una plaza de muchísima responsabilidad y aunque las cosas no salieron como esperaba, estoy deseando volver.
¿Las Ventas o Vista Alegre?
-Ahora mismo Vista Alegre, por todo lo acontecido y por el valor sentimental. Quieran o no, tengo mucha gente que me sigue y que quiere verme en este coso. ¿En una feria con ocho tardes no hay hueco para alguien de la tierra? No lo entiendo.
¿Cómo fue su alternativa?
-La soñada. Tuve la gran suerte de que mi paisano y compañero Iván Fandiño me diera la alternativa, con un testigo con bastante proyección como Joselito Adame. La pega es que fue en un pueblo de Madrid y no pude disfrutar de mi gente. No sé por qué no se dio en Bilbao y por qué se me negó la alternativa en Vista Alegre. Mandé una carta pidiéndolo en 2013 y aún estoy esperando respuesta.
¿Por qué cree que no se le ha dado la oportunidad aquí cómo matador de toros?
-No lo sé. Me encantaría decirte que se están portando genial conmigo, que me llevan a tentaderos, que me dan oportunidades y demás, pero es que no ha sido así.
¿Su mejor faena?
-Recuerdo una en 2014. Un 12 de octubre en un pueblo de Badajoz cuajé un toro extraordinario de la ganadería de Luis Albarrán y le corté las dos orejas y el rabo. Aquella tarde, además, los tres toreros salimos a hombros.
¿Cómo ve la situación de la tauromaquia en Euskadi?
-Me da un poco de pena que no se fomente más. Pedimos a la gente que vaya a la plaza pero hemos caído en la rutina, centralizando las ferias en las grandes ciudades. Es una pena que teniendo los recursos no se haga.