Santurtzi es un municipio que nació pegado al mar, pero que ha crecido ganándole terreno al gran manto azul. Así, en 1910 se realizó el gran relleno que años después daría lugar al parque central de la localidad. Pero en mitad de todos estos trabajos de creación del centro neurálgico de esa aldea, que empezaba a mutar a ciudad, la primera estructura que emergió fue la del kiosco de la música, instalación creada en piedra que este año cumple su primer siglo de vida. Este equipamiento fue diseñado por el arquitecto Emiliano Pagazaurtundua -también dio forma al ayuntamiento santurtziarra- y nació para acoger los conciertos de la banda de música. El kiosco, convertido en el gran emblema del parque central santurtziarra supuso una inversión de 8.500 pesetas de la época, fondos que fueron aportados por las autoridades estatales que, hasta hace unos pocos años tenían la titularidad de estos terrenos. “Las obras de creación del kiosco se iniciaron en septiembre y para el 29 de diciembre de 1917 ya estaba acabado. Fueron unas obras muy rápidas”, destaca el historiador local Jon Koldo Fernández García de Iturrospe.

Fueron unos trabajos que se ejecutaron rápidamente, pero todos los procesos para que la zona rellenada se destinase a parque público fueron muy laboriosos. “Ese procedimiento se inició en el año 1913”, apunta Jon Koldo. Dentro de ese procedimiento se expresó que tan solo podía haber un edificio en ese futuro parque y esas instalaciones serían las del kiosco de la música. Así, esta estructura fue colocada justamente en el centro de lo que posteriormente, en 1918, sería el parque central santurtziarra. Todos los caminos del parque llevan a este punto, que pronto se erigió como lugar de encuentro y celebración de los santurtziarras. Su emplazamiento era muy goloso, tanto es así que en el proceso de definición de lo que sería la nueva zona del parque el párroco de la iglesia de San Jorge, Jenaro Oraá, presentó una propuesta, cuando menos, curiosa. “Jenaro Oraá propuso tirar la iglesia de San Jorge y hacer un nuevo templo más grande en la ubicación en la que, finalmente, se construyó el kiosco”, señala el historiador santurtziarra.

Conciertos, mítines, diversas actividades lúdicas y, actualmente, el chicharrillo de los domingos son los eventos que se celebran en esta estructura que, a diferencia de otros kioscos de música como, por ejemplo, el de Portugalete, esta hecho en piedra y no en metal. “En ese aspecto es diferente a otros que conozco, como el de Orduña y Portugalete, entre otros”, indica Jon Koldo. A lo largo de este primer siglo de vida, el puesto ha vivido dos obras de remodelación, la última de ellas, a principios de la presente década. En las mismas, además de hacer diversas labores de mantenimiento, también se retiró la antigua balaustrada y se colocaron placas de metacrilato.

Asimismo, una de las curiosidades se presenta en la base del kiosco. Antiguamente, un mural recreaba un recorrido de Santurtzi a Bilbao por El Abra. En la actualidad, hay once mosaicos de cerámica que presentan auténticos emblemas de la localidad como las sardineras, la procesión de la Virgen del Carmen, a la mascota festiva Mentxu, agrupaciones locales como Bihotz Gaztea y Mendi Alde y un referente en la gastronomía como Currito. “El kiosco es la postal más bonita de nuestro municipio y llega a los cien años en su mejor momento”, concluye Jon Koldo.