La pirenaica vuelve a casa
Hace 30 años, esta raza vacuna autóctona estaba al borde de la extinción. Hoy, gracias al trabajo de centros como la granja foral de Gorliz, el número de reses supera los 3.400 y se ha logrado una importante mejora genética en la cabaña
Hace 30 años, el vacuno pirenaico estaba al borde de la extinción. Una raza autóctona, bien adaptada a las condiciones climatológicas y geográficas del territorio, que sin embargo había quedado desplazada en las explotaciones ganaderas en favor de otras foráneas, más productivas. No llegaban a un centenar de cabezas en Bizkaia. Hoy en día, gracias a los programas de mejora genética que la Diputación lleva a cabo en sus tres granjas, superan las 3.400. “Nuestro objetivo es que esta raza no desaparezca, preservando el patrimonio biológico, y que esa mejora genética llegue al sector, a nuestros ganaderos”, explica la directora foral de Agricultura, Lucía Isla. Medio centenar de esas cabezas de ganado -20 bueyes, 30 novillos y 12 vacas- se subastaron ayer en Ganguren, donde se ubica una de las tres granjas forales.
Las primeras granjas forales de ganado, ubicadas en Abadiño y Erandio, estaban diseñadas como granjas escuela, y tenían un objetivo claro: formar a los baserritarras e implantar en el sector nuevas técnicas ganaderas. También jugaban un papel importante abasteciendo de carne y leche a centros o entidades de carácter benéfico que gestionaba la Diputación. A principios de los años 80 su actividad se reorienta, ya que su labor de abastecimiento y formación no era tan necesaria y, sin embargo, en las últimas décadas se habían implantado razas foráneas más productivas a costa de las autóctonas, dejando estas al borde de la desaparición. A partir de ese momento es cuando empiezan a trabajar con las razas autóctonas -actualmente pottokas, terreñas y pirenaicas-, con el objetivo de preservar la biodiversidad y de contribuir a una mayor rentabilidad de las explotaciones, ya que se adaptan mejor a las condiciones climáticas y geográficas del territorio, lo que redunda en una mejor rentabilidad para el ganadero.
La granja de Gorliz es, junto a las de Ganguren y Sollube, el centro de experimentación ganadera de que dispone el departamento de Sostenibilidad y Medio Natural de la Diputación para desarrollar programas de selección y mejora genética y, posteriormente, transferir estos a la cabaña ganadera del territorio. La explotación está incluida dentro del programa de mejora colectiva de la raza pirenaica y se ha convertido en una referencia para el ganado pirenaico a nivel estatal. “Los ganaderos privados no tienen los medios para hacer esa selección y cría que nosotros, como administración pública, sí podemos hacer”, destaca la directora de Agricultura.
El trabajo que se realiza en la granja es, en resumen, criar y seleccionar vacas pirenaicas de razas puras con el objetivo último de que su número aumente en el territorio. Esto se logra a través de varias vías. Por una parte está el programa de cesión de sementales, que consiste en la suelta de machos en los montes comunales de Bizkaia, para que se crucen con las vacas que pastan en ellos. Actualmente hay 61 cedidos en Gorbeia, Oiz, Urkiola... “Van cubriendo las vacas y difundiendo la sangre mejorada que tenemos aquí. Ha sido un éxito, ya que hemos logrado una mejora genética notable”, reconoce Iñaki Arrazola, jefe del servicio de Ganadería. Aunque esta cesión es gratuita, los ganaderos adquieren el compromiso de cuidar al animal y trabajar en la recuperación de la raza a través de los cruces, de los que el departamento foral de Sostenibilidad y Medio Natural hace un seguimiento técnico.
Otra de las vías para incrementar el número de reses pirenaicas en Bizkaia son subastas como la que ayer se celebró en la granja de Ganguren. La cabaña de Gorliz la componen básicamente vacas, unas cincuenta, además de sus terneros. Únicamente hay tres toros, que son los que inseminan a las hembras. Al año nacen aproximadamente medio centenar de novillos. Los machos, cuando alcanzan una edad suficiente y siempre que mantengan unas características genéticas propias de la raza pirenaica, son los que se sueltan en los montes; el resto, se capan. Entre las hembras, la explotación únicamente se queda con alrededor de una docena, las doce mejores, mientras que las demás, junto a los bueyes, se llevan a subastas para que los ganaderos vizcainos puedan adquirirlas. En la de ayer, en concreto, los ganaderos pudieron adquirir 20 bueyes, 30 novillos y 13 vacas, tanto pirenaica como terreña, además de dos potros pottokas. “Son lotes de ganado selecto y de garantía sanitaria contrastada. De esta manera, las subastas se convierten en ocasiones inmejorables para adquirir animales de alta calidad genética a precios muy razonables, lo que hace muy atractivas para el sector y propicia que se reúnan en ellas profesionales de diferentes lugares, no solo de nuestro territorio”, destaca Lucía Isla.
También hay machos que, por sus excepcionales características, entran en el centro de inseminación Aberekin, en Derio, para difundir su potencial genético. En los últimos años, han sido siete los toros elegidos para entrar en este programa, “que es un número importante”, destaca Isla. “Al extraerle el semen, se puede hacer una difusión de ese animal de forma masiva, en miles de dosis”, añade el jefe de servicio de Ganadería. Otros también se llevan al centro de control de rendimientos de Sabaiza (Nafarroa), de donde saldrán los futuros mejores sementales de la raza.
Selección genética Pero, ¿cómo se hace esa selección? ¿Cómo se eligen los novillos con los que se queda la granja? ¿Cuáles son las características que se valoran en la raza pirenaica? Una de ellas es la facilidad de nacimiento; se valoran más las crías de menor peso, porque tienen menos riesgo de un parto peligroso para la madre. El contorno torácico de los recién nacidos se mide con una cinta y se calcula su peso con una fórmula. La raza pirenaica suele pesar al nacer, de media, entre 39 y 41 kilos, aunque hay otros factores que influyen: los machos pesan más que las hembras, un parto de abril pesa más que uno de noviembre, una madre de tercera cría alimenta mejor que una primeriza porque tiene más leche... Y es que también se hace un seguimiento del carácter maternal, la capacidad de cría de las madres, a partir del peso que tienen los novillos entre los 2 y los 4 meses. “Durante esos primeros días solo se alimentan con la leche de la madre”, apunta Andoni Bilbao, jefe de sección de Selección y Mejora ganadera de la Diputación. “Luego, lo que engorde es su capacidad de conformación, que también se vigila”.
La mansedumbres es otra de las características que se tienen en cuenta. “Es importante en la calidad de la carne. Un animal con mucho genio, cuando lo vas a llevar al matadero, se estresa, se queda agarrotado y va a dar mala carne”, explica Andoni Bilbao. Y se transmite genéticamente. “Como la bravura de los toros de lidia. Como dicen, de padres gatos, hijos michinos”. Y, ¿cómo se mide? “Cuando pesamos a los terneros miramos cómo se comportan: si brama, va a ser un animal bravo, así que no va a valer como semental o como reproductora”, añade.