ADENTRARSE ayer en la romería de Santa Lucía, en el abantoarra barrio de Sanfuentes, era embarcarse en un viaje en el tiempo. Viaje hacia aquellas celebraciones de la cosecha en las que este núcleo rural reverenciaba, por todo lo alto, la bonanza agrícola en torno a la ermita de la santa que ardió -aún se investigan las causas, aunque algunas lenguas apuntan a un fuego intencionado- sin que decayera su devoción. De hecho, Santa Lucía, cuya celebración oficial se sitúa a finales de Junio, es la gran devoción de los sanfuendarras. Ayer, ataviados como caseros y etxekoandres del siglo XIX, acudieron en masa a las campas que marcan el límite geográfico con el también señero barrio de San Pedro.
Multitudinaria Desde primeras horas de la mañana, el ajetreo fue la constante en las campas a pesar de que la tradicional procesión desde la céntrica plaza Pilar Abín no empezó hasta las 11.30. “Antiguamente la gente acudía con la comida hecha de casa pero, a raíz de la recuperación de la romería, son muchas las cuadrillas que preparan las viandas aquí mismo. Ello va en detrimento del desfile, ya que mucha gente viene directamente la campa y no participa en la procesión”, señaló un portavoz municipal, quien, no obstante, se felicitó “por el tirón popular que esta fiesta ha ganado año tras año”.
Buena prueba de ello es que el Ayuntamiento minero tuvo que distribuir más de 550 sillas para los comensales que se iban a dar cita en la campa para la comida popular. “Menos mal que no hay más terreno para ocupar. Debemos dejar zonas libres para el baile y algunos actos, si no, no se cuanta gente se apuntaría”, reflexionaba el portavoz municipal.
La fiesta incluyó este año dos novedades que fueron del agrado de los numerosos participantes. Por un lado, el Ayuntamiento regaló un katillu serigrafiado a todas las personas ataviadas de época que participaron en el evento. Por otro, se disputó el primer concurso de pintxos de Santa Lucía. El primer puesto recayó en la cuadrilla que presentó el pintxo Buri II, elaborado de bacalao con salsa. Junto a los cofrades lucianos, la asociación de viudas y pensionistas o los miembros de Abanto Sahararekin dieron la nota social a este evento made in Sanjaiba.