AQUEL hombre de la última fila no era manco, por mucho que esa extraña comunión entre el cine y las parejas fogosas otorgase tal deficiencia a los inquilinos de dicha localidad. La fila del manco, se decía entonces. Pudo serlo porque fue un superviviente del campo de concentración de Ruhleben. No solo fue eso, un fantasma que sobrevivió a los horrores, sino que tras aquellas empalizadas organizó, durante cuatro años (1914-1918), una Liga entre barracones que se disputaba en la pelouse del hipódromo que acogía el campo. El hombre de la última fila (ahí se sentaba, en la tribuna de madera, en la última fila...) tiene nombre propio: Fred Pentland. No es tarea de esta crónica desentrañar las historias que se esconden en el libro El prisionero de Ruhleben: Fred Pentland, el hombre que cambió al Athletic que firma Jon Rivas y en el que se recogen las ocurrencias, peripecias y vivencias de un hombre que, tocado con su bombín inglés -que los jugadores del Athletic rompían con cada título...- y un puro de escalas siderales (juran que el que lleva en su boca en la portada no está retocado por las malas artes del photoshop...), dejó una huella imborrable en los corazones rojiblancos y en el palmarés del club: dos Ligas y cinco Copas, cuatro de ellas consecutivas.

No les contaré más de la narración: rásquense el bolsillo, que lo merece. Lo que sí les diré es que fue Eduardo Rodrigálvarez quien introdujo a Jon (dicho sea sin segundas ni otras extrañas intenciones...) en el txoko Zuloa, donde el libro vio la luz para el gran público. Hechas las presentaciones, el propio Rivas desgranó algunas peripecias en el libro en presencia de amigos e invitados, que vinieron a ser lo mismo.

Entre los presentes se encontraban, por ejemplo, Javier Irureta, el ciclista Roberto Laiseka, Andoni Goikoetxea, quien entre bromas y veras con Kepa Cabareda jugaban a las adivinanzas, colocando al viejo león en tierras francesas más pronto que tarde; Josu Garai, anfitrión desde su condición de presidente del txoko Zuloa; Claudio Toral y Kirru Artea, entre fogones, Fernando García Macua, José Antonio Zarate, José Luis Bilbao, Pedro Olabarri, José María Basterretxea, Diego Iturriaga, de la editorial Siníndice,Judith Artega, Txabi Garitagoitia y Eder Martínez de Aramallona, miembros de la Peña Mister Pentland, aún hoy con vida.

No fuero los únicos, claro. Tampoco faltaron Gorka Pinillos, Begoña Momoitio, Sabin Intxausti, Javier Abadía, Javier Rodrígez, Luis Miguel de la Fuente, Txuskan Coterón; el decano del Colegio de Abogados, Carlos Fuentenebro, Matxalen Ormaza, Román Casadiego, Txelu Luzuriaga, María José Esteban y viejos compañeros de oficio de Jon, periodistas que demostraron cuanto le quieren.