LA llave de uso asiduo y común reluce como plata: no usándola se llena de herrumbre. Lo mismo pasa con el entendimiento, dijo Benjamin Franklin, político, polímata, científico e inventor estadounidense. No faltaron sadiduría, ciencia y artesanía en el taller del platero Eloy García, cuyo taller se reproduce en el Museo de Arte Sacro de La Encarnación, un espacio inaugurado ayer para recreo y curiosidad de los presentes.
No había, entre los utensilios, lingotes de plata procedentes del navío Atocha, hundido en aguas de Florida en 1622, ni vestigios de Cerro Rico, aquella montaña de plata bolivariana que inmortalizó Miguel de Cervantes en El Quijote, donde acuñó un dicho popular que aún se sigue escuchando. Decir que algo “vale un Potosí” es hablar de aquel risco plateresco, Sumaq Orcko -así conocían los incas al Cerro Rico...- que se hizo leyenda en pleno siglo XVI en toda Europa, donde apenas había unas pocas minas de plata que no daban más que un exiguo porcentaje de este mineral. Aquel hallazgo en las lejanas tierras andinas fue todo un filón no solo para los conquistadores españoles sino para también una Europa ávida de metales preciosos. Aquella plata aún reluce en iglesias de medio mundo, una vez filtrada por la mano de orfebres y plateros.
Eloy fue uno de ellos. Su memoria se ensalza en el taller restaurado para la contemplación que ayer abrió sus puertas. A la inauguración acudieron la mujer de Eloy, Carmina Serrano, y la hija de ambos, Karmele García; el director del museo, Juan Manuel González Cembellín; Gaspar Fernández Martínez de Larrinoa, Gonzalo Olabarria, director foral de Cultura; Javier Barrio, director del Museo de Las Encartaciones; Javier San Pedro, director del Museo de Pasos de Bilbao; Teresa Manso, Begoña Gómez, Begoña de Ibarra y un buen número de gente interesada en este tipo de artes.
gente emocionada El taller está protegido por un cristal blindado: recuerda a una cápsula del tiempo. A ella se asomaron, además de los citados, María Urrutikoetxea, Javier Goitia, Raquel Cilla, Lidia Elola, María José Torrecilla, Mari Luz de los Ríos, Antonio Lorla, Julio Álvarez, Itziar Martín y José Luis Atoxtegi, todos ellos emocionados con la contemplación de un lugar casi sagrado: allá donde la artesanía se viste de plata fina.
A la procesión de los visitantes se sumaron, además de los nombrados, José Ángel Barrio, Carmen Aranguren, Itxaso Mendizabal; Unai Aizpuru y María Asís Fernández, en nombre de BilbaoHistoriko, Julio Cruz, María López Tapia, Antón Rey, María José Fernández, Aitor Basabe, Juan Carlos Martínez, José Antonio Madariaga y otra buena gente que conoció a Eloy y apreció la mejor joya con la que trabajaba: su imaginación y aquellas manos sabias que se forjaron en la fundición y ascendieron en la escala social hasta el sagrado oficio: platero.