Bilbao - “Entras y te sigue sorprendiendo”, dice Leire Sainz de Aja sobre las estalactitas excéntricas que le han dado fama a Pozalagua. Conoce cada rincón de la cueva de Karrantza. Porque allí trabajó como guía y porque su valle natal y sus paisajes han marcado la trayectoria de esta pintora enamorada de la Prehistoria que da clases a niños y jubilados sin dejar de crear en su estudio de Bilbao.
Nació en el barrio de Biañez, cantera de artistas como la recientemente premiada Teresa Ahedo, con la que Leire compartió en septiembre una exposición que reunió a varios pintores de la comarca. Aunque ella se inclina más hacia la abstracción. Tras estudiar Bellas Artes completó su formación con estudios centrados en la Prehistoria, un periodo que dejó huella en Enkarterri. De hecho, “a la zona de Karrantza se le llama el queso gruyer por la cantidad de cuevas que hay”. Leire recorrió muchas de ellas, fascinada por las manifestaciones artísticas que legaron para la posteridad sus habitantes. Por ejemplo, “en Ventalaperra se pueden encontrar grabados de hace 26.000 años”. Se preparó para guiar a los visitantes del centro de interpretación Kobenkoba (en la gruta de los Judíos, ubicada entre Karrantza y Lanestosa), pero terminó descubriéndoles las singulares formaciones geológicas de Pozalagua. “Hace ya siete u ocho años”, calcula. Cuando Karrantza participó en el concurso de la Guía Repsol para elegir al mejor rincón turístico del Estado en 2013, ella fue una de las artistas que donó cuadros para un sorteo al que accedieron aquellas personas que hubieran votado por la candidatura de Karrantza. También impartió talleres en la cueva de Altamira. Guarda de recuerdo un cuadro que reproduce el famoso bisonte que se puede observar en la llamada capilla Sixtina del Paleolítico.
Algunos de los colores empleados se asemejan a los que aparecen en su serie dedicada al óxido de hierro de los montes encartados que llevó a la muestra colectiva organizada en Karran-tza. Las clases de pintura que imparte, tanto a niños en el colegio del valle como a jubilados en Escolapios de Bilbao, “me permiten mantenerme” en el mundo del arte que representa “una válvula de escape y un momento de libertad que debería valorarse más”. Admira la vitalidad de sus alumnos más veteranos, “gente de hasta noventa años” que recibe las lecciones con entusiasmo. Afincada en la capital vizcaina, aprovecha las visitas de fin de semana al valle para reunirse con familia y amigos y realizar otros trabajos en el colegio: “Pintar en el patio 21 juegos tradicionales para los niños y decorar un mural”. En días laborables el olor a pintura se respira en el estudio que adquirió hace cinco años en Bilbao. Allí también enseña a los más pequeños, pinta y comparte afición con otros compañeros.
A Esther Añibarro, una de las habituales del local, la conoció en otro de los proyectos vitales en su carrera: el mural de los hastiales de la plaza de Orduña, que completaron 15 artistas hace cuatro años, “la obra de esas características más grande de Europa”. Le gusta cultivar el contacto con sus colegas en los encuentros que organizan. Leire ejercerá de anfitriona del próximo en Karrantza.
Y, de nuevo en Pozalagua, el sábado ayudará a recrear sus famosas estalactitas a las familias que se inscriban en un taller en el parketxea de Armañon. La puerta de entrada a las galerías, que Leire podría dibujar de memoria.