Zalla - Las alas de los ángeles extendidas en el escaparate de la tienda Mois no tienen nada que envidiar a las de las modelos que desfilaron para Victoria’s Secret. Tampoco los conjuntos de lencería que este establecimiento presenta como una opción para escribir a Olentzero una carta sensual que facilite una entrada propicia en 2017 si el color elegido para las prendas es el rojo. Esta es la vistosa puesta en escena congelada que ha triunfado en el concurso de escaparates de Navidad de Zalla, convocado con el fin de incentivar las compras de estas fechas en un municipio con medio centenar de establecimientos adheridos a la asociación local de comerciantes. Un total de 13 se han engalanado con vistas al certamen. “La verdad es que no lo había relacionado con el desfile”, dice Montse Ruiz sobre la composición que muchos asocian con el evento del año en la moda de ropa interior. Reciclando elementos de decoraciones anteriores, “como las alas que utilicé hace muchos años para decorar un escaparate en carnavales” y nuevas adquisiciones ha recreado un cielo muy sexi por el que se desliza un trineo cargado de regalos. El reto de superarse en cada campaña señalada del año, “desde San Valentín a Halloween”, la mueve a renovarse porque “en cuanto a los escaparates Zalla es especial; mucha gente una ruta de paseo para admirarlos”. ¿Y entran en las tiendas? En Mois sí, aunque desafiando a la superstición “se piden menos conjuntos en rojo que antes”. Lo que Montse desconoce es si, transcurridos nueve meses desde la Navidad, en Zalla repunta la natalidad.
De ser así, las madres y padres pasarían de comprar lencería a ropa infantil. El marido y la hija de Nieves Seoane le dieron la idea para ornamentar el escaparate de su tienda, Mascotas, segunda clasificada, y fueron ellos mismos quienes la desarrollaron inspirándose “en el sector de la costura tradicional”. Herramientas para crear un abrigo rosa que ocupa el centro de la escena. “Por supuesto que es importante cuidar la estética de la tienda”, asegura. Ella lleva ya 17 años vistiendo a los niños de Zalla y alrededores con diferentes estilos, que van “desde lo más clásico a lo deportivo, dependiendo de las preferencias de cada uno”. Y celebra que los encargos a Olentzero y los Reyes Magos para los pequeños de la casa se le acumulan estos días. “Reciben muchos juguetes, así que los padres y madres agradecen recibir ropa”, afirma.
Bahema Luis dice que le pilló el toro a la hora de engalanar la parte de su mercería más visible desde el exterior. “Intento variar todos los años para sorprender al público”, desvela la agraciada con el tercer premio por una original composición de falda de árbol y camiseta blanca. Y es que su establecimiento se encuentra desde hace cuatro años en un lugar muy transitado en Zalla: justo en una de las salidas de la estación del tren. Allí imparte también cursos de patchwork y costura a cerca de veinte personas, “entre ellos solo un hombre que ha aprovechado para apuntarse ahora que está prejubilado”, cuenta. Durante dos horas a la semana, Bahema les enseña desde cero cómo salir del paso con los arreglos domésticos para encargarse de los remiendos más básicos y otros que requieran dar puntadas con la máquina de escribir. Por que “a raíz de la crisis se nota que nos inclinamos por los arreglos para intentar no volver a comprar”.
En la Avenida de los Hermanos Maristas, Raquel Alonso se prepara para atender a los vecinos que antes de sentarse a la mesa en las cenas familiares deciden tomar algo en los bares. El suyo, el Igaro, ha triunfado en la categoría de hostelería del certamen de escaparates por cuarto año consecutivo. Todo por obra y gracia de Tamara Bermúdez, la amiga que echa una mano con la decoración. “Las ideas van surgiendo sobre la marcha. Eso sí, intentamos utilizar objetos cotidianos que podamos encontrar fácilmente”, indica Raquel. Como una nevera abierta para delicia de los renos que felicitan las fiestas desde el cristal. “Estas cosas invitan a contagiarnos del ambiente navideño”, señala. Iniciativas que se suman a otras emprendidas por los hosteleros para dinamizar la localidad. Entre ellas, “el pintxo pote de los jueves por la tarde, en el que solo se cobra la bebida, está funcionando muy bien”. El movimiento ha regresado a zonas donde “este día de la semana las calles estaban muertas”. La Avenida de los Hermanos Maristas en particular “se está convirtiendo en nuestro equivalente a la Gran Vía de Bilbao” desde las obras que hace cuatro años eliminaron un carril de circulación para ensanchar las acercas. Sin embargo, admite que “en otras partes del pueblo no tan céntricas se sienten algo alejados” desde que buena parte de la oferta se concentra en ese tramo de la calle, que comprende del Ayuntamiento al batzoki.