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“La juventud está alejada de la Iglesia porque tiene miedo al compromiso”

Borja Uriarte se convirtió el pasado día 8 en el cura más joven de Bizkaia. Tiene 24 años y entró en el seminario tras finalizar el Bachillerato. Lo tenía medianamente claro

“La juventud está alejada de la Iglesia porque tiene miedo al compromiso”B. GUERRERO

BILBAO - Desde el mes de junio, cuando adquirió la categoría de diácono, paso previo a la ordenación sacerdotal, Borja Uriarte se pasea con alzacuellos por las calles de la capital vizcaina. Siente miradas de sorpresa y lo entiende porque reconoce que no es habitual ver a un cura joven y además, con indumentaria sacerdotal. Pero él no lo hace por llamar la atención. Borja dice que “es una forma de estar presente”. Se siente orgulloso de ser cura e ilusionado con el reto que le espera.

¿Cuándo decidió hacerse cura?

-No hay un momento concreto. Es un proceso de ir descubriendo.

¿De pequeño ya se le pasó la idea por la cabeza?

-No, no era algo que lo tuviera pensado desde que era un niño. Yo tenía otros proyectos.

¿Qué quería hacer o estudiar?

-Yo quería estudiar otras carreras. Estaba entre Bellas Artes o Arquitectura. Me atraían y peleaba por ello, pero hubo un momento, en primero de Bachillerato, que me planteé seriamente el sacerdocio.

¿Vivía en un ambiente cristiano?

-Sí. Mi familia es creyente, religiosa y practicante. Vive la fe y la pertenencia eclesial de una forma muy sana y libre. Pero en ningún momento hubo presiones en mi decisión. Aparte de eso, yo iba a grupos de juventud del seminario diocesano.

O sea, que usted iba muy encarrilado

-No, porque yo tenía ilusión por otras cosas. Lo que me pasó es que de repente me sorprendí ilusionándome con la posibilidad del sacerdocio. Me di cuenta de que no era ninguna tontería pensar en ello como posibilidad. Fue un sentimiento más que un planteamiento razonable.

¿Qué hizo a partir de ese momento?

-Comencé las negociaciones con Dios. Pensaba si hago esto, pierdo lo otro, renuncio a aquello...todo eso se pone encima de la mesa.

¿Y al final qué conclusión sacó?

-Que si esto me ilusiona y encima conozco a curas que viven con ilusión, plenamente alegres, que no son gente extraña y amargada, sino todo lo contrario, y encima viven un servicio muy para los demás, ¿por qué yo no puedo probar?

¿Entonces fue cuando decidió entrar en el seminario?

-Sí, pero todavía no estaba plenamente convencido, pero allí encontré las respuestas.

¿Qué le dijeron en casa?

-Se lo tomaron muy bien, tanto la familia como los amigos, pero me costó mucho decirlo porque yo soy muy tímido.

¿Cómo lo dijo, entonces?

-Primero se lo dije a mi madre un día que me iba a unas convivencias un fin de semana con la idea de que lo contase al resto de la familia, y así cuando yo volviera ya lo sabría todo el mundo. Pero la jugada no funcionó porque cuando volví nadie me decía nada. Mis hermanos y mi padre se enteraron más tarde. Al final, lo hablamos todos y fue muy bonito.

A nadie le extrañó.

-Mi madre lo intuía, pero ella pensaba que lo iba a dejar para después de hacer una carrera.

Una vez en el seminario, ¿cómo le fue?

-Muy bien. Vi que me hacía feliz. Un factor muy importante de la vocación es la paz, y yo en el seminario tenía paz pensando, madurando muchas cosas y eso me hacía seguir.

Y así llegó hasta la ordenación. ¿Qué sintió ese día?

-Además de muchos nervios, una sensación contradictoria. Por un lado llegaba el día soñado desde los años del Bachillerato, y por otra parte pensaba: ahora hay que ponerse a ello.

Ya está en ello, ¿qué es lo que hace?

-Mi labor, además de las eucaristías en las parroquias de alrededor de Begoña, que son las que me han asignado, acompaño a la juventud en la parte de evangelización y en ella entra catequesis, grupos de iniciación cristiana, confirmación, misas de familia...

¿Y qué pasa con la juventud que está tan alejada de la Iglesia?

-Pues sí, está alejada y eso lo ve cualquiera. Yo creo que es porque hoy en día hay miedo al compromiso. Una pertenencia eclesial, vivir la fe comunitariamente compromete. Estamos en una sociedad en donde todo lo que se nos vende es desechable. Si no me gusta algo, lo tiro y me compro otra cosa. Y ahí es donde entra la fe.

¿La fe?

-Sí, la fe se ha podido convertir en un objeto de consumo, y como no me sirve para nada me compro otra cosa. Ese es el problema de la juventud, que ha reducido las cosas importantes de la vida, el amor, la esperanza... Las han reducido a objetos de consumo a cosas desechables.

El caso es que la Iglesia católica se esta quedando sin clientes.

-Ese es un razonamiento totalmente europeo, y la Iglesia no es solo Europa. Si usted va a Latinoamérica, la Iglesia está creciendo. Lo que ocurre es que en Europa todo está racionalizado, pero el mensaje siempre es el mismo. Es Jesucristo, que es la persona, y el encuentro con él es lo que hay que propiciar.

Volvamos a su historia personal, ¿siente que le miran de forma extraña por ser tan joven y vestir como un cura?

-Sí noto miradas, y entiendo que la gente se sorprenda porque no se ve todos los días, pero no lo hago por llamar la atención.

¿Por qué lo hace?

-Le voy a dar una razón que a mí me convence. Como considero que estamos en una cultura y en una sociedad de la imagen, donde percibimos mogollón de señales y todo nos entra por los ojos, esta es una forma de estar presente. Es un testimonio externo.

¿Ha hecho votos de pobreza, castidad y obediencia?

-Los curas diocesanos no hacemos votos, hacemos promesas.

¿Qué promesas ha hecho?

-De obediencia al obispo, de celibato y de oración.

¿Y de pobreza?

-No, pero se entiende que un cura tiene que vivir pobre porque a quien representa es a Jesús. Y no entiendo dar a conocer a Jesús conduciendo un BMW descapotable.

¿Cuál de las tres promesas es la más importante?

- Para mí, por ejemplo, el celibato no es el más importante.

¿Qué le parece que los curas no se puedan casar?

-Lo primero que hay que decir es que el celibato no es un dogma. Es una cuestión pastoral de la tradición de la Iglesia que en su momento se vio y se ha ido desarrollando. Podría quitarse o dejarse libertad. Es una posibilidad.

¿Usted se casaría?

-A mí, si me diesen libertad, yo no me casaría en estos momentos.

¿Por qué?

-Porque entiendo que la vida del presbítero supone una entrega total a la comunidad encomendada. Y si yo me caso entiendo que la entrega total sería hacia ella. Eso a mí me costaría compaginarlo con una entrega total a la comunidad.

¿Y qué me dice de la mujer en la Iglesia católica que no acaba de alcanzar la igualdad respecto a los hombres en el sacerdocio?

-Ahí el Papa tiene una respuesta muy clara: hay que desarrollar una teología de la mujer profunda, sincera, auténtica. Y ese es un camino que hay que recorrer. Cuando el Papa Francisco propone una teología de la mujer, es un camino. ¿Qué pasará? Ya veremos.

¿No cree que habría que darle un mayor protagonismo?

-Hoy en día si no fuese por las mujeres no habría parroquias. Es una pasada la labor que desempeñan en las cuatro parroquias en las que yo estoy. Ese es un ejercicio de reconocimiento.

Ya que le ha nombrado al Papa Francisco, ¿qué le parece?

-Me parece muy bien. Es el Papa. También me gustan muchísimo Benedicto XVI y Juan Pablo II, que han sido los que he conocido. No los separaría uno del otro porque, desde la fe, considero que el Espíritu Santo tiene que ver algo en esto. Una de las cosas estupendas de Francisco es que no es europeo.

¿Y eso qué significa?

-Significa que la Iglesia es universal. El Papa habla mucho con imágenes. Ha caído en gracia a los medios y se le escucha porque se le entiende. Es más cercano. Pero no está diciendo nada nuevo, lo está diciendo con palabras nuevas, como buen argentino que es. Le escuchas y no es ruptura con lo anterior, es un paso más en el caminar de la Iglesia.

¿Qué le dicen los curas veteranos?

-A veces me dicen entre bromas a ver si sé dónde me he metido. Se aprende mucho con ellos solo observándoles. Es gente que ha entregado su vida.

¿Cómo y dónde se ve en el futuro?

-Me veo donde el obispo me mande e intentando dar a conocer a Jesucristo. Eso ayuda, sana y da motivos para ser feliz. No tengo prisa. Me veo en una situación de aprender y tengo paz porque me queda mucho por caminar.

¿Cuántos curas hay en Bizkaia?

-Hace unos meses se bajó de los 300 y muchos de esos curas son mayores o están jubilados. Un dato es que la misma semana que nos ordenamos tres sacerdotes fallecieron tres. No hay relevo. Somos pocos para las 300 parroquias que hay en Bizkaia. Ya no es sostenible un cura por parroquia. Ahora se hace como unidad pastoral. Es la estrategia para estar presente y poder acompañar a toda la gente.

¿Qué supone Cáritas en el trabajo que desarrolla la Iglesia?

-Cáritas es el tesoro de la Iglesia. Los problemas de la gente son materiales y ahí está la Iglesia, a través de Cáritas, para ayudar y acompañar a toda la gente que sufre. Evangelizar es llevar a Jesucristo donde se le necesita y estar con los más débiles.