Bilbao- En realidad, ilustra César González, lo que está sucediendo en Bizkaia “tiene algunas similitudes” con lo que pasó en su tierra y en Asturias entre aproximadamente 1978 y 1995. “Se pasó en pocos años de 54 conjuntos rupestres valorados en toda la región cantábrica a unos 120, sin que en el País Vasco, en esos años, se apreciara un similar incremento”. Reconoce no obstante que la implicación institucional [Diputación Foral de Bizkaia a través de su Servicio de Patrimonio Histórico], la profesionalidad y la solvencia de las nuevas generaciones de arqueólogos, y la enriquecedora colaboración de grupos de espeleólogos han sido claves para, en esta última década, ir completando el atlas del arte paleolítico en Bizkaia.
¿Cómo es posible que en los últimos cinco años hayan sido descubiertas más pinturas y grabados en cuevas que en todo un siglo?
-A todos nos sorprende un poco, pero de hecho es así. La casualidad puede explicar algún hecho aislado, pero no una avalancha de datos como la actual.
¿Pero hay alguna explicación?
-De entrada, es muy destacable la reactivación del conocimiento sobre las poblaciones del Paleolítico que se viene produciendo en Bizkaia, con un elevado número de excavaciones y estudios en los últimos 15 años como las cuevas de El Polvorín [Karrantza], de Santa Catalina [Lekeitio], Axlor [Dima], Antoliña [Arteaga], Santimamiñe [Kortezubi], Arlampe [Lemoa], Askondo [Mañaria], Bolinkoba [Abadiño]... aunque sin duda intervienen algunos factores particulares.
Explíquese?
-El factor clave radica en la actuación de investigadores con formación específica en el campo del arte parietal paleolítico, y especialmente en los aspectos referidos al trabajo de campo, documentación y procesamiento de la información; en la capacidad de ver y entender manifestaciones parietales mal conservadas y, en algunas ocasiones, en ámbitos de difícil acceso. En realidad, buena parte de los nuevos conjuntos rupestres de Bizkaia han aparecido en cuevas transitadas y conocidas por arqueólogos y espeleólogos desde hace mucho tiempo. Lo nuevo es la capacidad de ver y entender a la que nos referíamos, un cierto inconformismo y una decidida voluntad de investigar sobre el terreno.
También se ha puesto en valor la labor de los equipos de espeleólogos.
-Es muy importante la actuación de los grupos espeleológicos, cada vez más conscientes de su potencialidad en materia de detección. Es muy claro el caso del grupo ADES de Gernika, que estos últimos años ha venido jugando un papel decisivo en la localización de figuras rupestres, o de restos de ellas, en las cuevas de Morgota, Ondaro, en la misma Atxurra, o en el último y espectacular conjunto rupestre localizado en la cueva de Armintxe, en las que han trabajado en colaboración con arqueólogos como López Quintana y Guenaga, Garate, o yo mismo.
El miedo al ‘vacío’ que tenían arqueólogos y especialistas en arte parietal ¿se puede decir que ha desaparecido tras esta maratón de hallazgos?
-Los términos de “miedo” y “vacío” quizá no sean los más apropiados. En todo caso, lo que sí es cierto es que se ha superado la idea dominante, o más extendida, entre la década de 1970 y 2000, que, manteniéndome en los términos coloquiales de la pregunta, vendría a ser: hay lo que hay, poquito pero muy bien distribuido a lo largo del Paleolítico Superior [conjuntos rupestres de Venta de la Perra, Arenaza y Santimamiñe] y ya está estudiado.
¿Cómo calificaría los yacimientos y el patrimonio hallado hasta la fecha?
-No soy muy partidario de calificar los hallazgos como si fueran equipos de fútbol, de las categorías regionales a la Champions, pues todos aportan informaciones de interés, más allá de sus valores estéticos y de la sacudida que nos produce el contacto, la convergencia, con nuestros lejanos ancestros. Ahora bien, realmente algunos de los sitios nuevos, como la cueva de Askondo para el arte premagdaleniense, o las de Atxurra y Armintxe para la época magdaleniense, son de interés superlativo por las novedades que aportan en distintos aspectos. En el campo del arte mobiliar, las excavaciones en Polvorín, Santa Catalina, Arlampe o Bolinkoba han ido ofreciendo algunas piezas excepcionales, todas ellas publicadas y, por cierto, expuestas en el Museo Arqueológico de Bilbao. Destacaría el caso de la placa decorada de edad gravetiense de Antoliña, un documento capital para la ordenación temporal del arte premagdaleniense en el occidente europeo, que es uno de los objetos de investigación más agitados de los últimos 15 años.
Y ese león de Armintxe y los signos claviformes, ¿por qué son tan especiales?
-Son motivos muy escasos en las cuevas de la región cantábrica, especialmente con la claridad formal y buena conservación que se aprecia en Armintxe, donde la identificación de unos y otros no ofrece duda. Los signos claviformes son del mayor interés porque es la primera vez que encontramos dos series de signos grabados y dispuestos en paralelo, idénticos a los signos de cuevas pirenaicas como Fontanet, Niaux, Trois Frères etc. Conocíamos en la región cantábrica series similares pero su aparición en Armintxe es importante por la seguridad cronológica que dan, y porque confirman la más intensa interacción entre las poblaciones cantábrica y pirenaica durante esta época que distintos autores defendemos desde hace años. En realidad, siempre hemos esperado y deseado encontrar este tipo de signos en otras cuevas de esa misma época. En mi caso, los he buscado en Santimamiñe, Altxerri, y en los sectores decorados más recientes de La Garma o La Pasiega, sin encontrarlos hasta ahora, en Armintxe.
¿Bizkaia confirmaría su posición de bisagra y de intercambio de ideas, personas, tecnología,...?
-Los datos que aporta Armintxe, pero también Atxurra, Lumentxa o el depósito arqueológico con niveles de esta época excavado en la cueva de Santa Catalina, por no salirnos del territorio en torno a Lekeitio, apuntan ciertamente en esa dirección. En la Europa del Paleolítico Superior, con poblaciones de cazadores nómadas que alcanzan cierta densidad en áreas privilegiadas como todo el corredor cantábrico y muchas áreas del sur de Francia, las personas, las ideas y las imágenes circulaban con una sorprendente fluidez, en paralelo a la movilidad estacional de algunos animales importantes en su economía [manadas de renos, caballos y probablemente bisontes] o los cambios estacionales en otros recursos.
O sea que sí?
-Desde esa perspectiva, el área del Golfo de Bizkaia juega un importante papel en el Paleolítico Superior por encontrarse en medio de esas áreas de relativa densidad humana, y por contar con un acceso más factible a las del interior peninsular [valle del Ebro] frente, por ejemplo, a los sectores central y occidental de la región cantábrica, más comprimida entre los importantes desarrollos glaciares de la cordillera y el mar. En todo caso, ese papel de encrucijada del área vasca parece cambiante a lo largo del Paleolítico Superior, siendo durante la época de Armintxe [que es la misma o muy cercana a la de los conjuntos parietales de Santimamiñe, Ekain, Altxerri o Atxurra, entre otros sitios] cuando el poblamiento parece alcanzar valores similares a los de áreas inmediatas situadas a Este y Oeste, y ese papel de nudo de comunicaciones y de redistribución es más brillante, al tiempo que se generan convenciones gráficas específicas del área.