SOPLA el viento que te empuja en el camino, hubiese escrito un poeta romántico del siglo XIX si ayer llega a presentarse en el centro cívico de Barrinkua para refugiarse del calor y refrescarse con la mano sabia de los artistas. De haberlo hecho -me temo que no fue así: apenas quedan poetas y mucho menos románticos...- se hubiese dado de bruces con la inauguración de la muestra organizada por el colectivo Haizea que lleva por título El Camino de Santiago, nacida con la vocación de sumarse a este peregrinaje itinerante de quienes veneran ese desafío. Quiere decirse que las obras de los artistas albañiles de tal exposición, hombres y mujeres como Teresa Riera, María Jesús Aguirre, Carlos Bizcarrondo, Rafael Villa, Berta García y Abdul Kader Al Khalil viajan con cierto aire redentor, quien sabe si no en busca de expiar los pecados de sus autores.

Me van ustedes a perdonar (y sobre todo pido perdón a los restantes artistas...), pero del zurrón de los citados entresaco dos nombres: el de Rafael y el de Abdul. El primero viene es todo un desparrame. No en vano, se le define como un pintor muralista, con obras dignas de grandes espacios cerrados -bancos, entidades públicas, oficinas o centros oficiales entre otros...- y su carrera es todo un maratón olímpico. Estalló en velocidad allá por la década de los ochenta del pasado siglo. Y lo hizo con intensidad y en diferentes campos: el teatro o en la creación del grupo de títeres Katapun & Txispun, del que fue director, actor y escenógrafo. Participó en Arteder 81, 82 y 83 con un stand individual subvencionado por el Gobierno vasco, institución que también le otorgó el título de Animación Teatral Infantil, a raíz del cual, y junto con un colectivo, se empeñó en llevar el teatro a las escuelas públicas del municipio de Getxo. En aquellos tiempos participó en Arco (1986) y libró una hermosa batalla contra el gris marengo de las vidas tristes.

la huella de alepo La obra de Abdul es todo un crochet a la mandíbula. No por nada, el artista sirio (de la hoy tristemente célebre tierra de Alepo...) ha salvado la vida varias veces de milagro. Fue retenido por el ISIS y atacado por un misil que estalló a sus pies antes de llegar a Getxo, desde donde deja huella con su arte a modo de protesta. Abdul pinta con crudeza, con la sangre que borbotea en su memoria por todo lo que vio y vivió.

Testigos de toda la obra expuesta desde ayer fueron Puri Iglesias, Héctor Sánchez, Rosa Ochoa, la concejala Beatriz Marcos, Jokin González, Concha de la Casa, Felipe Uribarri, Diana Terceño, Salvador Bueno, Asunción Pérez y un puñadito de amigos de los artistas que celebraron la vida del arte por encima de las brasas de la muerte o las nubes grises que encapotan la vida gris. La muestra se enmarca en una iniciativa del Área de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao que tiene como objetivo llevar el arte a todos los distritos de la Villa y dar a conocer el trabajo de diferentes artistas, a través de un ciclo de exposiciones en los Centros Municipales de Distrito de Bilbao. Dicho queda.