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Abanto rinde honores al hilo con aguja, ganchillo o telar

CERCA DE 70 MUJERES SE REUNIERON AYER EN Abanto para mostrar su trabajo en hilo con aguja, ganchillo o telar

Abanto rinde honores al hilo con aguja, ganchillo o telar

EL parque de Dolores Ibarruri de Gallarta en Abanto-Zierbena se convirtió en la mañana de ayer en un gran telar al aire libre, donde cerca de 70 mujeres, procedentes de academias y asociaciones de varios pueblos de Ezkerraldea y Bilbao -las invitadas cántabras tuvieron un percance viario que les impidió comparecer en la cita-, mostraron al público asistente como con un poco de maña, mucha paciencia y cariño, un simple hilo puede ser el mejor mensajero de este tipo de arte textil.

Incluidos los hilos de plástico, obtenidos de las bolsas que a diario nos acompañan en nuestras compras y, que hechos tiras y anudados se convierten en un hilo reciclado capaz de transmutarse en un bolso, un capazo o un petate de singular ligereza y resistencia. Una propuesta que con ganchillo mostraba ayer Natalia Fonseca, una joven bilbaina que estuvo dedicada a coser la base de un futuro petate “para guardar bolsas o lo que se tercie”, mientras que otra compañera explicaba a los asistentes los fundamentos de un pequeño telar manual en el que los hilos iban sumándose de manera colorida y adictiva, uno detrás de otro.

“No es ninguna tontería, pero el trabajo con aguja, con ganchillo o con bolillos es muy relajante y una vez que uno le coge el punto de ejecución es muy adictivo, porque procura una gran sensación de bienestar”. No extraña que digan que cuando uno teje, no necesita psicólogo porque tejer exige una dosis de concentración en lo que estás haciendo, que te hace alejar otros pensamientos.

“Te relaja porque te abstrae y si encima tejes en compañía la socialización que se genera entre las participantes es muy saludable”, asegura Maite García, miembro de la asociación abantoarra de mujeres de Las Carreras y profesora del curso de punto y bolillos que desarrollan desde hace varios años.

“Es una pena que la gente joven no se anime, porque si bien es un hobby que no puedes tener como sustento, lo cierto es que ofrece muchas satisfacciones, incluida la posibilidad de hacerte piezas para ti, tu familia o amigos”, coinciden en señalar Maite García y Soledad Santisteban, profesora desde hace más de 30 años en el taller que tiene en Bilbao”.

con cariño En esta primera exposición viva, que ayer se celebró en Gallarta -en el marco de las fiestas patronales de San Antonio- organizada con la colaboración del Museo de la Minería del País vasco y de la firma gallartina Lencería Irabel, pudieron contemplarse cerca de 200 primorosas creaciones, elaboradas con técnicas de punto o ganchillo, y que como destacan sus autoras, “no tienen precio”. “¿Que precio le pones a un patuco que estas haciendo con cariño para tu nieto?”, destaca una mujer de mediana edad -la tónica de las aficionadas a este arte textil- que ayer reivindicaron la importancia de este oficio que sobrevive a duras penas. “Hay mucha gente que desconoce que en Bilbao, por ejemplo, existen muchos telares en activo”, reseña Santisteban, quien no obstante reconoce que el relevo generacional se hace complicado.

“Esta no es una profesión en la que sea fácil salir adelante, aunque hay gente que se anima a practicarlo. Al no estar claro el futuro laboral, hay incluso gente que lo ve como una salida profesional. Pero ciertamente, a la gente que no acude por hobby, siempre les dejo claro que este oficio exige muchas horas y no hay una garantía de que tus trabajos vayan a a venderse”.

Esta profesora, cree que también los hombres están capacitados para tejer con calidad. “Yo tuve a un mando de la comandancia de marina que llevaba la custodia del edifico de Bilbao, y que se pasaba por nuestra academia. Tenía unas manos prodigiosas para esto; recuerdo que hacía unos trabajos muy finos”. El tampoco daba puntada sin hilo.