Bilbao - El centro de formación Peñascal Kooperatiba nació a finales de los años 80 gracias al empuje de un grupo de voluntarios y Escolapios al ver la difícil situación que atravesaba la juventud del barrio bilbaino, con un alto índice de fracaso escolar, escasa cualificación profesional y preocupante tasa de desempleo. La apertura de dos talleres, uno de fontanería y otro de soldadura, en los locales parroquiales de Peñascal, con poco más de ocho alumnos, supuso el inicio de una aventura educativa que está cumpliendo con creces su objetivo: la integración social y laboral de las personas más desfavorecidas . Treinta años después de su puesta en marcha, Peñascal Kooperatiba, cuyas principales instalaciones se encuentran en Bolueta desde 2008, se ha convertido en un centro de referencia en el que casi 9.000 jóvenes han podido superar el fracaso escolar. Aun así, sus responsables consideran que lo más importante es que consiguen “una gran inserción laboral”, según destaca Santi Membibre, miembro del equipo directivo de Peñascal Kooperatiba.
Como están de aniversario, este año quieren dar a conocer la interesante trayectoria que han seguido desde que en 1986 comenzaran su andadura. Por ello, el próximo miércoles han organizado un acto en el edificio Boluetabarri en el que estarán presentes, entre otros, el lehendakari, Iñigo Urkullu, y el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto. También han creado el primer Premio Peñascal Lorenzo Milani y para junio tiene previsto festejar el aniversario con alumnos, trabajadores, profesionales de la educación y con “todas las personas que de alguna manera han tenido relación con nosotros”.
Pero como estos días es momento de hacer historia, Santi Membibre recuerda que “tras las inundaciones de 1983, el Peñascal era un barrio con mucha problemática, mucho desempleo, baja cualificación y difícil empleabilidad”. Esas circunstancias les impulsaron a “dar una formación muy práctica a las personas con dificultades de inserción”. Y así se iniciaron los talleres ocupacionales. El proyecto cuajó y fueron creciendo, algo que no pasó desapercibido para las instituciones, que les cedieron unas lonjas en el barrio. Así hasta que en 1997, también con el apoyo del Gobierno vasco y el Ayuntamiento, rehabilitaron un viejo edificio en Rekalde, con 3.000 metros cuadrados disponibles. Pero el salto cualitativo lo dieron en 2008 con la apertura del centro de Bolueta, donde han conseguido integrar todos los talleres. Según explica Santi, en algo más de 9.000 metros cuadrados, imparten los cursos relacionados con los sectores de madera, metal, mecanizado, climatización, que incluye fontanería, aire acondicionado y calefacción, y de servicios, por un lado, hostelería, “con una gama muy grande, desde camarero, cocinero hasta pastelero, y el de confección textil, moda y auxiliar de comercio”.
Títulos Desde que abrió sus puertas, por sus talleres han pasado más de 30.000 personas, bien para sacarse un título de FP, una cualificación profesional o para hacer un curso de formación. De todas formas, la mayor parte de ellas han sido y son jóvenes, de entre 15 a 17 años, que han fracasado en su educación, que no han llegado ni a sacar la ESO. “Pero eso no quita”, advierte Santi, “para que pueda ser un estupendo cocinero o soldador”. Por eso, deja bien claro que “nosotros intentamos romper con la enseñanza reglada”. “Aquí no hay clases magistrales”, dice, “nuestra metodología se basa en estar mucho tiempo en el taller y poco en el aula”. Tampoco hay libros. Únicamente trabajan con manuales de fabricación. De esa forma consiguen que los alumnos estén “activos en los talleres”. Así que puede afirmar con rotundidad que “si están activos en las clases, el fracaso es cero”. Eso hace que muchos de los jóvenes que entran en el centro Peñascal adquieren unas competencias que les hacen posible encontrar un trabajo. Los datos no dejan lugar a dudas. Gracias a la formación que imparten, Peñascal Kooperatiba ha conseguido que se firmen 21.522 contratos con sus alumnos. Ese es el primer objetivo del centro, tal y como resalta Santi Membibre. “Lo importante para nosotros no es que saque el título, sino que se inserte en el mercado laboral y pueda salir adelante en la vida”, señala. Antes de la crisis, por ejemplo, la inserción laboral de los alumnos formados en Peñascal “podía estar en el 80%”. Incluso tenían problemas porque las empresas del metal acudían a sus talleres en busca de especialistas. En estos momentos no se arriesga a dar una cifra, pero sí puede asegurar que “el centro tiene una gran inserción”.
Desde hace unos años también imparten cursos de formación para desempleados que llegan a través de Lanbide. Eso ha provocado un lógico aumento de la media de edad en algunos de sus talleres. El perfil, por tanto, ha cambiado. “A esos chicos y chicas que no han sacado el Graduado Escolar, se han unido mayores de edad que tienen cargas familiares, en desempleo y que necesitan una cualificación”. Pero al margen de darles formación, en Peñascal Kooperatiba tienen otro cometido añadido, y es el de la intervención social. Ayudan a las personas no solo a formarles sino a facilitarles recursos de inserción social en colaboración con otras entidades que trabajan en el sector.