Marta Hernández

Basauri - Sus futboleros pies no se resisten a jugar unos minutos del partido que acaba de programar en el entrenamiento, y hasta marca un golazo por toda la escuadra casi desde el centro del campo. “El fútbol es un ocio que me encanta; tengo esa suerte”, sonríe Aitor Martínez, que empezó a calzarse las botas de tacos con 11 años y que hoy preside Basauriko Kimuak Futbol Kluba. Es de esas personas cuyo mundo gira con un balón en un rectángulo de juego y sabe que el fútbol femenino es el que necesita una táctica más ofensiva. “Quiero potenciarlo, creo que hay poco apoyo a nivel de las instituciones y en los medios de comunicación no existe prácticamente”, defiende Aitor.

Basconia Futbol Eskola nació hace una década. “No sacamos nada nuevo, solo regamos una semilla que había, que era el deseo de críos y crías de jugar al fútbol. No hay que olvidar que cuando yo jugaba se hacía una selección, y el malo no entraba en el equipo. Yo, con 10 años, me presenté a las pruebas del Basconia y me descartaron... Tuve que bajar yo solito a casa, porque mis padres trabajaban, muy triste porque no me habían cogido... Nosotros formamos a todo niño que quiera jugar al fútbol. Y eso nos ha pasado con las niñas; antes no había casi crías y ahora hay muchas que quieren jugar. Hay muy poca mujer que hace deporte, es una realidad social y en Basauri igual más, pero nos encontramos que las niñas sí empiezan a practicarlo”, comenta este basauritarra. Lo que ocurre es que la escuela fue resolviendo las demandas de chicas capaces de dar asistencias de tacón, pero que después se asomaban a un vacío, se quedaban fuera de juego. “Las formamos en fútbol escolar y después, en el deporte federado ¿qué pasa? No teníamos continuidad y, por eso creamos el club la pasada temporada, y este año hemos conformado los equipos regional y cadete para que estas niñas puedan seguir jugando aquí”, explica el presidente de Basauriko Kimuak Futbol Kluba. Setenta chicas forman parte del club en la actualidad. Cuentan con ganas, potencial y una oportunidad.

“Tenemos entrenadores cualificados que usan unas técnicas muy trabajadas, metodología de chico aplicada a la chica, ¿por qué tiene que ser distinto? Lo que funciona con unos tiene que funcionar con otros. Trabajamos con la misma rigurosidad, exigencia, educación...”, señala Aitor.

Y es que la estrategia de este defensa del fútbol femenino no solo se basa en marcajes, tiros de falta o remates de cabeza. “El deporte inculca unos valores que son tan importantes como el método educativo de un colegio. Nosotros pedimos las notas de clase y en función de sus resultados académicos, los jugadores tendrán o no su recompensa. Para ellos, somos unos actores principales y, en muchos momentos, nos van a hacer más caso que a los padres. Tenemos que aprovechar ese respeto para generar un crecimiento como persona del crío y la cría”, valora. Al peso educativo de este deporte, Aitor también le añade el factor social, “ese aspecto del fútbol que tanto me gusta”, admite. De hecho, es habitual que los integrantes de la escuela de fútbol y del club realicen actividades en conjunto más allá del terreno de juego: van a comer, al monte... “Hay que impulsar acciones de grupo para que ellos sean amigos”, entiende el responsable del proyecto. “Debemos inculcar que el deporte es sano, que va a hacer al jugador que tenga más amigos, que se cuide... Y ¿llegar al Athletic? Es un sueño muy grande que no se lo vamos a quitar, pero tampoco les vamos a engañar”, afirma.

A Suecia Aterrizar en el Athletic es muy complicado, pero de momento, este club de chicas ya ha llegado muy lejos. Y es que en junio participará en un torneo en Suecia. “Allí, el deporte rey es el fútbol femenino y hemos conseguido que nos inviten. Nos va a recibir un equipo profesional y la capitana nos va a dar unos entrenamientos en inglés. El torneo va a ser una experiencia única de convivencia y de aprendizaje para las crías”, subraya Aitor, de pasión y vocación futbolística.