L. Gondra

Gorliz - Control. Creatividad... Susana Sertutxa se concentra frente al lienzo, frente al papel, frente al soporte níveo para, con mimo, insuflarle aire y color. ¿El resultado? Arte. Y es que, esta gorliztarra es una artista de la aerografía, una técnica pictórica que utiliza como herramienta un aerógrafo unido a un compresor de aire con el cual la pintura se rocía, se pulveriza sobre la superficie a transformar.

Con tiento y con sumo cuidado, Susana logra dar vida a obras dotadas de realismo. Los retratos son uno de sus fuertes, pero también le encanta recrear imágenes de animales o centrarse en detalles cargados de expresividad, como las manos de la gente, que tanto transmiten. “Por las manos puedes conocer a una persona. Las manos de las personas mayores me encantan. Y también las caras con arrugas: las arrugas están ahí, son parte de ti”, explica esta gorliztarra evidenciando que como artista que es, al fin y al cabo, lo que busca es contar historias.

Susana estudió Bellas Artes y sintió curiosidad por la aerografía, así que hace cosa de tres años comenzó a acudir a los cursos que imparte en su estudio de Bilbao un reconocido artista de esta técnica, Juanjo Barón. “Me encanta la pintura, y una manera de acercarme al mercado, a la gente, es la aerografía”, explica. Bajo las indicaciones del maestro, aprendió a definir los trazos, a difuminar, a establecer un control absoluto sobre el aerógrafo. Poco a poco, una vez fuera del estudio, comenzó a hacer trabajos por su cuenta y empezaron a surgir los encargos que le demandaban ante todo retratos.

Hoy día Susana combina estudios con trabajo y con faceta artística. Estos tiempos frenéticos y exigentes absorben su día a día. “Me gusta mezclar técnicas, óleo, acrílico, aerografía... Tengo mil ideas, pero la falta de tiempo...”, se duele. La cuestión es que cuando una pasión te reclama, hay que responder a su llamada y Susana logra encontrar minutos y horas para materializar sus obras. Ahí está en proceso un casco al que quiere tatuar una calavera. O ese trabajo que acaba de realizar junto a otra artista para el Santurtzi Itsasoa Museoa, sito en la reformada Cofradía de Pescadores. Y es que, el talante inquieto de Susana le llevó a acudir a las clases de talla de madera que imparte Amaia Conde en Maruri-Jatabe. Esta hizo los moldes para elaborar veinte sardinas de poliuretano, unos pescaditos que el museo santurtziarra utilizará para la recreación de subastas teatralizadas y demás actividades. La cuestión es que Amaia le propuso a Susana pintar las sardinas y ha sido la gorliztarra la que ha dotado de color a la piel azul y plata de estos pescados que ahora lucen en Santurtzi.

Exposición y mural El pasado año logró exponer en su pueblo, Gorliz, y un local hostelero del puerto de Plentzia cuenta con uno de sus murales, una pieza que recrea el rompeolas de la localidad.

A lo largo de este tiempo muchas son las obras que ha materializado y le cuesta decidir cuál es ese trabajo que le gustó especialmente o que resultó más complejo. Y es que, de algún modo, todos plantean retos y en todos deja un trozo de si misma. “Sí que hubo uno al que le cogí un especial cariño, y fue un retrato de Loius Amstrong que le propuse hacer a Juanjo Barón. Ahí trabajé mucho las texturas, el brillo de la trompeta... Lo vendí y me costó deshacerme de él”, explica.

Su cabeza no deja de bullir y de crear. Y tiene claro cuál es su próximo reto, un trabajo que realizará con aerógrafo y corazón: un retrato de la madre de su aitite. “Se lo prometí. Él no me lo recuerda, pero con la mirada me lo está diciendo”, concluye con una sonrisa la artista del aire y el color.