Aritz Erdaide
Gernika-Lumo - En palabras del fotógrafo colombiano Hersson Piratoba, “las fotografías más bellas son aquellas que te generan recuerdos. Incluso si no los has vivido”. Una frase muy acorde con lo que Rubén Petralanda ha querido plasmar al mostrar los restos que aún sobreviven de lo que en su día fue un boyante negocio. Empresas como Malta, Idurgo y Dalia hicieron de Gernika-Lumo una de las cunas europeas de la fabricación de cubiertos desde 1917. Todas ellas dieron trabajo, vendieron y exportaron sus productos y su buen hacer por el mundo. La industria desapareció y ahora quedan las naves vacías donde se asentaban las fábricas. Es el recuerdo de todo aquello lo que el fotógrafo ha querido plasmar, “una denuncia de la decadencia industrial actual”, en sus palabras, a través de una muestra de 48 imágenes recogida en la casa de cultura de la localidad foral.
Esta es la tercera exposición que lleva a cabo Petralanda, pero la primera que acomete en solitario. Se considera un aficionado; “no me considero experto. Lo que pasa es que tengo ciertas inquietudes que me llevan siempre a dar un paso más allá”, evidencia. Aun así, lleva mucho tiempo dedicando a su pasatiempo favorito. “Con la fotografía llevo más de 30 años. Empecé poco a poco, como todo el mundo, con una cámara mediocre. Luego vas aprendiendo, te entra el gusanillo y adquieres experiencia”. Su último trabajo se denomina Penumbras de un negocio agonizante.
Escaleras corroídas por el frió y la lluvia, alumbradas por la luz que se cuela por lo agujeros del techo de la nave... son objetos que en su día tuvieron una función, restos como un cuchillo semienterrado en el suelo. Bodegones de pequeñas piezas oxidadas. Instantáneas de una realidad antigua que no volverá a Gernika-Lumo. Apunta que “es algo que también tiene su belleza”, pero desde el inicio tuvo muy claro lo que buscaba plasmar. “Tenía claro que quería hacer una temática sobre las cuberteras. Para mí, junto a las armas, han sido los negocios más típicos de Gernika; y los dos han desaparecido”. Y es que la exposición muestra en el título la intención del fotógrafo al apretar el botón de la cámara. “Las cuberteras han sido un negocio esencial. De una forma u otra todos hemos vivido de los cubiertos. Mucha gente conoce la historia, su momento de esplendor o haber trabajado en ellas. Las cuberteras quedaron allí al morir”, relata. Es más, hoy en día parece “que no existan para la gente. Con esta exposición he querido que se vea lo que hay mas allá de esas paredes; enseñar el mundo que quedó después del esplendor”.
Petralanda se muestra orgulloso del trabajo, pero ahonda en que le ha resultado más difícil el montaje final que el trabajo de campo. “Me ha costado elegir los retratos porque tengo un problema: al de un tiempo mis propias fotografías me dejan de gustar. Por eso le dije a mi mujer que eligiera las fotos. Pero estoy contento con el resultado”. Una labor buscando plasmar la realidad sin abusar de las nuevas tecnologías. Porque en los tiempos del Photoshop y los filtros, parece que la fotografía ha perdido su esencia natural y el autor de la exposición apuesta por no abusar de ellas. “En esta exposición la gran mayoría de fotos no tienen filtro, pero a veces los utilizo. No estoy en contra de usarlos, cada uno tiene que ver si su idea fotográfica se representa mejor con un filtro”.
La muestra que acaba de inaugurarse en la casa de cultura quiere acercar al presente un pasado que se va borrando de la memoria colectiva. “Lo que pretendo con esta exposición es darle el impacto visual del recuerdo. Evocar cuando vino la crisis al mundo cubertero, recordar lo ocurrido. Lo que tenemos ahora no tiene nada que ver con lo que fue aquello”, remarca. Esta serie de 48 fotografías se podrá contemplar hasta el próximo 15 de marzo. “Las nuevas generaciones creo que no han conocido lo que fue todo aquello. Estamos hablando de un negocio que propició que en un momento dado casi no hubiera paro en Gernika. Los jóvenes se han olvidado de aquello porque tampoco lo han conocido”. Es una oportunidad para recordar o descubrir un pasado no tan lejano de la mano de Petralanda.