Al margen del valor cultural y religioso, la historia de la Semana Santa de Arkotxa esconde un interesante trasfondo sociológico muy poco conocido. La Pasión viviente de este enclave situado en el límite entre Galdakao y Zaratamo fue el instrumento que hace medio siglo utilizaron sus vecinos para “hacer barrio” y favorecer la convivencia entre vecinos de orígenes socioculturales diversos. El libro Vivir la Semana Santa para que la vivan los demás. Historia de la Pasión Viviente de Arkotxa rinde homenaje ahora a los 50 años de vida de una celebración que hoy conserva una enorme adhesión en el barrio.

Esta publicación es obra del doctor en Historia de la UPV/EHU Jon Penche, a quien el Ayuntamiento de Zaratamo encargó el proyecto. El alcalde de este municipio en el que se ubican la mayor parte de viviendas de Arkotxa (otra parte pertenece a Galdakao), Jon Ajuria, pone en valor esta tradición y resalta precisamente el aspecto sociológico. “Consideramos que la Pasión de Arkotxa tiene mucho valor porque ha conseguido cumplir 50 años, y eso en estos tiempos de lo que Zygmunt Bauman llamaba sociedad líquida es todo un récord. Por otro lado, se trata de una recreación de carácter religioso con un importante valor cultural, pero que tiene un sustrato sociológico muy importante vinculado a la génesis del barrio de Arkotxa”.

A mediados del siglo pasado, en este enclave convivían dos realidades separadas por un muro cultural que la Semana Santa ayudaría a derribar. Esos dos mundos giraban en torno a las dos principales empresas radicadas en la zona: La Dinamita, cuyos trabajadores vivían sobre todo en la ladera, y Pradera Hermanos, que había instalado a buena parte de sus empleados en la zona más llana. La relación entre unos y otros era escasa; y los recelos, muy abundantes. El trabajo de Jon Penche de cara a la elaboración del libro ha ratificado este aspecto.

“En 1965, Flavio Bujanda llegó a la parroquia de Arkotxa y se encontró con un barrio dividido. Por una parte, estaba la zona de Praderena, compuesta por trabajadores de Pradera Hermanos que tenían un origen autóctono, vizcaino. Por otro, se encontraba la zona de La Dinamita, compuesta por trabajadores inmigrantes que vinieron a trabajar a la fábrica de explosivos. Además, existía una tercera zona en Etxerre, que pertenece a Basauri, pero que por cercanía frecuentaba la iglesia de Arkotxa. Había desconocimiento entre las personas de los distintos barrios y rivalidad juvenil. La gente no se hablaba, no tenían relación”, explica. En pleno franquismo, la iglesia era una de las pocas instituciones que de manera efectiva podía ayudar a vertebrar el barrio. El ánimo de Flavio Bujanda fue clave en ese objetivo. “Se percató de esa realidad y se propuso unir a los vecinos. Llevó a cabo diversas acciones desde su llegada, pero no fue hasta comienzos de 1968 cuando entre el párroco y diversos jóvenes del barrio surgió la idea de realizar la representación de la Pasión. El objetivo era, por tanto, unir a las distintas partes y personas del barrio”, indica Penche.

Lo que en otras localidades en las que existían problemas de convivencia se solucionó a través del deporte o se fió al paso del tiempo, en Arkotxa se vehiculizó por medio de la Semana Santa. “En todos los barrios existía cierta diversidad, pero en general eran realidades muy diferentes. En la zona de Santa Bárbara vivían muchos vecinos procedentes de Huelva y, aunque los mayores vieron como un esperpento la celebración de la Semana Santa en comparación con lo que ellos habían visto en Andalucía, los jóvenes se implicaron. En pocos años aquella división entre los vecinos sería cosa del pasado”, indica el alcalde.

En opinión de Penche, “el primer año fue todo muy apresurado, pero se convirtió en un éxito”. “Se consiguió realizar la representación y se unió a los jóvenes del barrio en torno a una actividad común”, indica. Durante los nueve primeros años un grupo pionero se encargó de la representación y en 1974 una nueva generación tomó el relevo, acogiendo la Pasión como una seña de identidad del barrio. En 1980, cuando una tercera hornada toma el relevo, la Semana Santa de Arkotxa ya se encontraba plenamente enraizada. “Hoy en día incluso las personas que se han marchado de Arkotxa mantienen su relación con el barrio a través de la participación en la representación”, señala Penche.

A pesar de que entre los años 2000 y 2002 se produjeron algunas divergencias en el seno de la organización, en los últimos años la Pasión de Arkotxa ha vuelto a recuperar su pujanza. “No ha habido un año en el que no se haya celebrado, y eso es muy significativo. Hay años en los que se ha celebrado con granizo e incluso nieve, se han visto imágenes increíbles. Es algo muy importante para el barrio”, explica el alcalde.

Desde el pasado mes de septiembre más de un centenar de vecinos trabajan en la próxima recreación de La Última Cena y el Vía Crucis que tendrá lugar en menos de un mes. Tanto Penche como Ajuria creen que la aventura que se inició hace medio siglo cuenta con relevo y señalan que el acto goza de buena salud.