Urduliz - Es un señor con barba, bonachón y un pelín gordinflón. Bebe vino, fuma en pipa y le gusta comer abundante -desayuna huevos fritos y chorizo-, para poder tener energía suficiente para desempeñar su labor de carbonero. Lleva txapela, camisa, pañuelo, medias de lana y abarcas. Vive en un entorno rural privilegiado, rodeado de naturaleza y animales. Víctor Arrizabalaga (Plentzia, 1941) es la persona que se esconde detrás del carismático Olentzero de Urduliz, todo un referente en la comarca de Uribe Kosta.

No en vano, lleva más de quince años convirtiéndose cada Navidad en el referente de los niños de la localidad y de diferentes pueblos de alrededor, que acuden a Urduliz para verle desfilar en la tradicional cabalgata. Su simpatía y buen hacer iluminan cada 24 de diciembre los rostros de los más txikis que le ruegan sentados sobre sus rodillas para que les traiga los regalos deseados. “Alguno ya me confiesa la verdad y me dice que no ha sacado buenas notas. Saben que se lo noto enseguida por su cara de pillos”, confiesa el tradicional carbonero de Urduliz, que se muestra encantado por repetir año tras año e incluso ampliar su recorrido. “Este año voy a estar también en las escuelas de Laukiz y Gorliz, unos días antes de Nochebuena, el 22 y 23, que es cuando acaban las clases. Me llamaron y yo encantado de ir”, relata Arrizabalaga, una persona muy reconocida y querida por sus vecinos. “A la familia nos conocen por nuestro burro Platero el korrikalari. Fue siete veces campeón de Europa”, recuerda con cariño.

Sin embargo, ahora recorre en procesión Urduliz junto a otro inseparable asno, que le ayuda a portear todos los regalos y algunos kilos de carbón, para los que no se hayan portado muy bien. “Este año no voy a repartir mucho carbón. La gente se ha portado bien, recibirán sus regalos”, destaca. Pueden estar tranquilos, por tanto, los vecinos de Urduliz, que sus deseos se cumplirán. Y eso que el famoso carbonero está desbordado estos días. Inmerso en los preparativos para llegar a todas las casas, Víctor afirma haber recibido “un montón de cartas”. Trabajo tiene, sin duda.

Sin embargo, Víctor lo afronta con pasión. Son muchos años ya de experiencia en los que ha visto pasar a varias generaciones de niños. “Cuando empecé no habían nacido mis nietos y ahora cuando me ven, les dicen que soy el ayudante de Olentzero porque ya me reconocen y dicen que me parezco a su aitite, aunque la barba también ayuda a camuflarse y meterse en el papel”, señala. Y es que se trata de todo un ritual al que no falta cada año por las mismas fechas. “A principios de octubre empiezo a dejarme la barba. Los aitas y amas me suelen decir: ¿ya te estás metiendo en el papel?”, desvela. No obstante, una vez que termina su trabajo en Nochebuena, Víctor vuelve a recuperar su aspecto. “En cuanto termino el trabajo, mi hija me afeita”, indica.

Cabalgata El desfile del Olentzero en Urduliz es una auténtica tradición que reúne a cientos de personas por las calles del municipio. “Me espera muchísima gente. Recorro toda la calle Antsonekoa y vamos por detrás del campo de Igeltzera. Empieza a las 18.00 y hasta las 20.30 o 20.45 horas no termina. Tiro alrededor de 50 kilos de caramelos. Acuden cientos de críos y ese día me hago más fotos que los futbolistas. Se lo pasan en grande”, bromea.

En este sentido, Víctor también disfruta haciendo felices a los más pequeños. “Al día siguiente, en Navidad, cuando paso por el parque y les veo estrenando los regalos les pregunto a ver si se ha portado bien el Olen-tzero”, afirma.

Sobre esta línea, el Olen-tzero de Urduliz lanza un mensaje a todos los niños del municipio cuando apenas quedan doce días para que entren en sus hogares y reparta regalos o carbón, en función de cómo se hayan portado. “Siempre les digo que para que tengan regalos tienen que cenar y dormir bien y, por supuesto, que si están despiertos tienen que taparse la cara, de lo contrario..., ¡no les dejaré nada!”, sostiene. Una dura amenaza si se tiene en cuando que se le espera desde hace un año, por lo habrá que hacerle caso.