Imanol Fradua
Bermeo - Hay corredores que tan solo buscan lograr el mejor puesto. Pero existen casos en los que su carrera se disputa contra los límites del atleta. Es el caso de Julen Urdaibai, un ultrafondista de Bermeo que acaba de volver de su enésima aventura: la Kalahari Augrabies Extrem Marathon. En cinco días ha superado temperaturas de hasta 50 grados recorriendo más de 150 kilómetros por el desierto sudafricano en una prueba de autosuficiencia.
Lejos de tildarlo de proeza, Urdaibai mantiene viva una filosofía deportiva que le ha hecho disputar pruebas en las arenas del Sahara, la jungla del Amazonas o el hielo de la Antártida. Lejos de la competitividad, prefiere “vivir una experiencia” cada vez que acude a los más inhóspitos rincones de la tierra para recorrer grandes distancias. Las tierras sudafricanas le han dado para mucho. Hasta el punto de que, viviendo una situación nueva en su trayectoria, a punto estuvo de dejar la carrera en la etapa más larga, que constaba de 81 kilómetros. “Las tres primeras fueron muy bien, a pesar del tremendo calor”, rememora. “El primer día recorrimos 25 kilómetros y fue un toque de atención para muchos”; y los dos días siguientes corrieron otros 34 y 40 kilómetros. Al bermeotarra le fue bastante bien, ya que marchaba en quinta posición. Pero a pesar del sofoco reinante, el mercurio siguió subiendo.
Y llegó la cuarta etapa, que inició en pleno mediodía. La temperatura era de 49 grados, anormalmente alta incluso en esa zona del mundo, “pero la sensación térmica era muy superior. Es un calor asfixiantes, que te golpea a cada paso”, remarca sobre un día en el que apunto estuvo de tirar la toalla antes de llegar al primer punto de control. La deshidratación le hizo mella hasta el punto de anteponer su salud, y meses de entrenamiento, a la propia carrera. “Acostumbrado a sufrir pero gestionar los malos momentos”, a la vista de que las condiciones hacían imposible disputar la prueba, la organización decidió anularla. El Kalahari le puso más a prueba. Urdaibai pudo recuperarse y concluir la ultramaratón en cuarto lugar.
La medalla obtenida, sin embargo, no luce en su casa. “Está guardada en una caja”, ya que él prefiere quedarse “con la experiencia de haber vivido una aventura única”. Fue en las dos últimas etapas -de 47 y 11 kilómetros, y nocturnas- cuando más pudo disfrutar de una carrera que se disputó mientras la vida salvaje seguía su curso. El bermeotarra, por ejemplo, tuvo un encuentro con varias jirafas. Y se trajo a Euskadi un pie inflamado que le hizo pasar por el ambulatorio. Aún, así, realiza un “satisfactorio” balance. “Me ha enseñado una lección”.
Con una nueva experiencia en la mochila -los corredores de este tipo de pruebas suelen portar sus víveres, ropa y el saco de dormir mientras corren-, Urdaibai ya se ha reincorporado a su trabajo como profesor en la ikastola San Fidel de Gernika. Su futuro, aún así, seguirá ligado al ultrafondo. Perteneciente al equipo de trail de Haglöfs en el Estado y con ayuda de Overstims, se embarcará en otra aventura el año próximo.