Balmaseda - De la misma manera que el olor guiará hacia la zona donde este viernes, festividad de San Severino, se concentran las cuadrillas de Balmaseda, el aroma da una pista sobre la ubicación del taller del artesano Toni Gómez. Por sus manos han pasado muchas de las putxeras en las que se cocerán a fuego lento las deliciosas alubias que compondrán el menú estrella del 23 de octubre. Y él mismo estará en la plaza de San Severino para mostrar sus creaciones a las personas que se acercan a compartir la celebración.

El secreto de éxito de las putxeras, más allá de que el certamen haya evolucionado hasta convertirse en una de las fechas claves del calendario de la villa, reside en “la cocción a fuego lento, para la que se necesita muy poco carbón vegetal”. Aunque a juicio de Toni Gómez, todo un experto en la materia, “hay que evitar que las alubias hiervan en exceso para no romperlas y tampoco deben moverse demasiado pensando que así van a lograr un caldo espeso”.

Desde hace tres décadas repite los mismos pasos. Chapa en mano, primero “se vacía el hueco destinado a la puerta y los agujeros que facilitan que las alubias respiren”, describe ilustrando los pasos con putxeras en diferentes fases de elaboración. Después, “se da forma de cilindro a la estructura en este caso con la ayuda de una máquina”. El marco de la puerta, las patas de la cazuela y la argolla que ayuda a transportar la olla “son de latón”, detalla.

En su mayoría, los encargos que recibe en su taller piden personalizar las ollas con elementos a gusto del consumidor. Dentro de Balmaseda triunfa, claro está, la imagen del Puente Viejo.

Fuera, se estila más reproducir “el escudo del Athletic o el de los apellidos de los propietarios, la silueta del caserío familiar o una máquina de vapor, asociada al tema ferroviario”, desvela.

Le resulta complicado calcular cuánto tiempo invierte en fabricar cada putxera, puesto que “normalmente manejo varias a la vez”, pero sí cree que la labor para dejar a punto los marcos de la puerta, que son el sello de identidad de las creaciones, y las patas con sus ornamentos implican un trabajo más laborioso, efectuado utilizando una lima”, a diferencia de las antiguas que “llevaban hierro sin más adornos”. Según revela el experto, es fácil distinguir una putxera de las de antes de fabricación más reciente, aparte de por los detalles decorativos, “porque a aquellas primitivas hechas de hierro se les aplicaba una capa de purpurina por encima para evitar su deterioro”.

Este no debería producirse si se lleva a cabo un mantenimiento adecuado con la ayuda de algún que otro truco. “Pueden limpiarse inmediatamente después de vaciarlas con agua y algodón mágico. Además, si se pone la tapa dentro de la olla impidiendo así que el vapor se derrame por el exterior de la putxera también ayudaremos a mantenerla en perfecto estado. Con los cuidados mínimos puede durar toda la vida”, indica. De hecho, a lo largo de toda su trayectoria, a Toni Gómez solo le han llamado en una ocasión para subsanar una avería.

Y eso que ha enviado putxeras balmasedanas a Argentina o Italia, en este caso “a petición de un matrimonio que vino aquí a pasar sus vacaciones”. Sorprendidos por este ingenio de origen ferroviario, quisieron llevarse una putxera a su país. Aunque las elabora con tamaños variados que permiten cocinar entre ocho y 22 raciones de alubias, se venden más las de doce.

El precio por adquirir una de ellas oscila entre los 200 y los 300 euros, “en función del tamaño y de los adornos”, precisa el artesano. Por la belleza de estas filigranas, no sorprende que las ollas se integren en los ambientes del hogar y hasta se reconviertan en “centros de flores solo con quitarles la tapa”. Pero el viernes ejercerán su principal función.