Revolver entre montones de zapatos buscando una talla en concreto o toquetear camisas para palpar la calidad de su tela es un entretenimiento no exento de satisfacción cuando los precios invitan -o casi obligan- a la compra. Por contra, rebajar el coste del género sin que este muestre ninguna tara es una práctica no tan placentera para los comerciantes que, sin embargo, aprovechan el anzuelo del descuento para hacer espacio en sus almacenes, repletos de artículos de temporadas anteriores. La celebración del XXII Mercado de Gangas del Casco Viejo, que comenzó ayer y continuará la jornada de hoy, es el marco perfecto para que consumidores y comerciantes se beneficien -cada uno de forma diferente- de un expositor callejero que fomenta la compra.
Desde Bidebarrieta hasta Sombrerería, las calles del centro histórico lucieron ayer repletas de viandantes. “Hay más gente que el año pasado, algo que incluso hemos notado en verano”, comentaba a las puertas de su negocio Javier, propietario de Khala. Con decenas de bolsos con flecos y de ante, pura tendencia este verano, la tienda en la calle de La Cruz logró congregar a un buen número de curiosos. “Al ser calles peatonales facilita que haya más tránsito de gente, además suele haber muy buen ambiente”, reseñaba Javier, dueño de uno de los 200 comercios que ofrecieron numerosos descuentos a las puertas de sus locales.
“Veníamos con la idea de mirar”, comentaba en la calle Correo el matrimonio compuesto por Fran y Sorkunde, vecinos del Casco Viejo. No resultó muy convincente su afirmación, pues llevaban numerosas bolsas de plástico. Finalmente confesaron: “Hemos comprado tres pares de zapatos, algunos artículos de perfumería y un delantal; todo a muy buen precio”. A pocos metros de distancia, Sulvey escudriñaba con cuidado los precios de la ropa de montaña de Errekamendi. “Suelo mirar y comparar; está bien que saquen la ropa a la calle pero no estamos para consumismos, si no veo que hay un descuento significativo no compro”, explicaba.
Dependiendo del comercio, podían encontrarse descuentos alrededor del 50% que, en algunos casos, incluso podían alcanzar el 90%. “Cuando pongo los precios me da dolor”, revelaba Eider en el exterior de la Óptica Jesús, donde las gangas suelen ser mayúsculas: “Estas gafas de sol de Tom Ford cuestan 274 euros, pero ahora las vendemos por solo 50 euros”, indicaba sobre la venta de un producto que no disminuye con el final del verano. En la misma calle Sombrerería, con un anuncio que indicaba el 30% de rebaja, la tienda Sionic de complementos invitaba a los transeúntes a entrar a la tienda. “Participamos en el mercado con los descuentos pero no sacamos el género a la calle porque no podríamos exponer ni el 20% de lo que tenemos”, apuntaba Nerea.
Entre los principiantes en este mercadillo llamado a ser tradicional, destacaban Charo y sus amigas, turistas procedentes de La Pobla Llarga (València), que con desparpajo rebuscaban chaquetas de entretiempo. “Me he comprado esta cazadora reversible por 20 euros, nos hemos comido un pincho y como mis amigas se morían de la envidia hemos vuelto”, relataba Charo riendo. Primerizo es también Martín, quien a las puertas de la tienda Walking -apenas lleva un mes abierta en el Casco Viejo- despachaba zapatillas de lona por 10 euros a destajo. “Para hacer un hueco en el almacén ponemos el género muy por debajo de su precio”, comentaba.
Más gente que otros años Además de todo tipo de artículos de moda, los expositores tendían a los ojos de los paseantes objetos de fotografía, artesanía, decoración, hogar, librería, música, cosmética... El Mercado de Gangas, una iniciativa de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo de Bilbao coordinada por Bilbao Dendak, se celebra dos veces al año desde 2005 con el objetivo de reactivar la actividad comercial y liberar existencias. “Hay más movimiento que otros años, desde primera hora de la mañana hay gente. Normalmente el viernes se empieza despacio y el sábado suele ser el día grande”, comentaba ayer Xabier Olmo, portavoz de los comerciantes, quien concretó que el buen tiempo ayuda a la afluencia de gente en un mercado desigual dependiendo del año.
En esta ocasión, la polémica de antaño sobre la participación de asociados o no asociados en el mercado ha quedado enterrada. “Ha habido un cambio de política, haciendo autocrítica hemos determinado que por el bien de todos es mejor que estemos juntos, seamos o no miembros de la asociación; así, todos los comercios tienen opción a sacar su género a la calle. Para nosotros lo ideal es que participen el máximo número posible de comercios”, indicó Olmo.