trapagaran - Hablar de ciclismo en Trapagaran es tanto como hablar de la saga Hierro. Nacidos González, Eusebio, Jesús y Josu forman parte de una estirpe que ha hecho del ciclismo su vida, no solo como practicantes del deporte sobre las dos ruedas sino como impulsores de una inagotable cantera de esta disciplina deportiva, a través del club Autonervión Valle de Trápaga, que ahora mismo tiene en el juvenil zierbanato a Iñigo Elosegui, una perla que a buen seguro dará mucho que hablar como lo hiciera su abuelo, el indómito Momeñe.
La saga comenzó hace 60 años de la mano de Eusebio González Hierro, un obrero de la Babcock & Wilcox al que su amor por el ciclismo le llevó, con apenas 22 años, a pedir una excedencia durante la cual montó su tienda en los bajos de una casa familiar, en la hoy avenida Primero de Mayo. “Pidió la excedencia y ya no volvió a la B&W”, señala Jesús González, quien tras trasladarse con apenas cinco años desde Urioste (Ortuella ) a la casa familiar de Trapagaran -que construyeron su padre y su abuelo- pasó su infancia rodeado de cuadros y ruedas de bicicletas de todo tipo.
“Mi padre estuvo mucho tiempo como director deportivo de clubs de aficionados e incluso tomó parte como corredor veterano en muchas pruebas ciclistas como independiente, logrando varios triunfos a nivel estatal”, recuerda Jesús González Hierro II que guarda como un tesoro la medalla al mérito ciclista que le dieron a su padre, en cuya memoria fue bautizado el velódromo de esta localidad de Meatzaldea.
Club Ciclista Una afición que atesoraba desde su juventud y que le llevó en 1957 a poner en marcha el Club ciclista Valle de Trápaga en el que dar cabida a una cada vez más numerosa afición txirrindulari que hoy día aún perdura bajo la tutela de su hijo Jesús González Hierro II.
Jesús, al contrario de su padre, no fue corredor destacado pero sus amplios conocimientos de la bicicleta le permitieron formar parte como mecánico de importantes escuadras ciclistas como el Kas de Momeñe o del equipo belga del Werner TV. “Hice varios Tours, Giros de Italia y vueltas ciclistas a España y todo el calendario de pruebas clásicas europeas”, rememora el actual presidente del club Autonervión-Valle de Trápaga, que lleva 20 años al frente del club que creara su progenitor.
Relevo Una responsabilidad que puede tener el relevo en la figura de su hijo Josu González Hierro III, quien de momento ya ha decidido aplicar su vasta experiencia como soldador al negocio familiar. “Hacerse cargo del club es una cosa que aún no me he planteado aunque, eso sí, echo una mano a mi padre ya que mi hijo Iscander forma parte del club y eso te lleva a estar atento a lo que pasa en el día a día del club”.
Una preocupación que se extiende a las carreteras, donde la convivencia de ciclistas y vehículos a motor no está exenta de incidentes en los que el ciclista siempre se lleva la peor parte. “Yo he estado en países como Holanda, Suiza o Francia donde hay una gran cultura de respeto hacia el ciclista. He llegado a tener durante diez minutos de reloj a un coche en una carretera y cuando pudo sobrepasarme me pitó para saludarme”, comenta el González de la tercera generación quien, por contra, no duda en afear el comportamiento de muchos automovilistas que circulan por nuestras carreteras. “Algunos ni siquiera saben que los ciclistas pueden circular de dos en dos”, reseña Josu, quien se apresta a tomar el relevo en la tienda familiar que pusiera en marcha su abuelo para atender las necesidades de la bicicleta. “Como en todo, la bicicleta exige un mantenimiento adecuado para que de todo su potencial”, apunta este joven, que a sus 37 años ya ha hecho votos para seguir alimentando el culto a este deporte. “Es muy beneficioso para la salud, e incluso ayuda a curar algunas dolencias”, asegura.