SI en lugar de ser pintor Justo San Felices hubiera nacido para el fútbol habría sido Garrincha, un hombre arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha que se convirtió en uno de los jugadores que más alegría ha dado en toda la historia del fútbol. Quiere decirse que Justo es un artista que habita en la frontera, como los legendarios marshalls de Estados Unidos, en la delgada línea que divide las figuras con la abstracción, la realidad con la magia. Justo adora el color y el mundo del expresionismo, donde se defiende una visión más personal e intuitiva del artista.

Cuentan los enciclopédicos del arte que con sus colores violentos y su temática de soledad y de miseria, el expresionismo reflejó la amargura que invadió a los círculos artísticos e intelectuales de la Alemania prebélica. Ahí se ubica el origen de esta corriente que se abrió paso desde finales del siglo XIX. Justo no es violento, pero sí usa el color a puñados. Puede comprobarse en Una flor para Carmen, El paseo o El guardián de sonrisas, algunos de los 35 cuadros que desde ayer cuelgan en la galería Bay-Sala que dirige Enara Bayón, con permiso del patrón del barco, Juan Bayón, quien abrió el local en el ya lejano 1971. Justo recuerda haber cogido sus primeros pinceles cuatro años antes, en 1967.

una historia de amor Se diría que Juan y Justo viven una historia de amor. No por nada, el artista, que se formó de la mano de José San Sebastián en la Escuela de Artes y Oficios de Atxuri, expone en la que considera su casa desde hace ya 35 años. Ayer presentó su último trabajo que se mece, como ya dije, ente la figura y la abstracción. Usa técnica mixta, óleo y acuarela, según le baile. A la cita no faltaron, además de los citados, los pintores Alejandro Quincoces, Julio Ortún y José Bernardo, Suso; quien fuera tres veces campeón de España de motocross; Lola Martínez, Blanca Basabe, Azucena Bárcenas, Ascensión Álvarez, Chema Espinosa, Idoia Cabrejos, José Antonio Vivanco, Juan Antonio Uriarte (“Mario Ángel Marrodán nos llamaba acuareleros”, recuerda...); María José Agirregoitia, José Luis Martínez, Carlos Mendizabal, Pilar Gállego, Cristina Prieto, Jesús Espinosa, José Ángel Martínez, José María Freijo, Idoia Gutiérrez, Carmen Aguirre, María Jesús Alonso, Ainara Purroy, Txema Castillo, Álvaro Madariaga y toda una legión de seguidores de un artista con nombre en Bilbao.

No sé si está bien dicho lo dicho antes. No en vano, Justo cree en el hombre antes que en las fronteras. O al menos esa impresión transmite en la distancia corta, donde se desenvuelve con la misma soltura con la que maneja sus pinceles. El hombre que dejó Iberduero por el color es un coloso.