Ermua - En tiempos de la Segunda República se construyeron los grandes batzokis, a los que no les faltaban instalaciones como frontón, biblioteca, bar y lugar de reunión. De esa estirpe es el local de Ermua, con aspecto de caserío, que en este 2015 cumple 80 años desde su inauguración. Al refugio de este edificio, mientras las condiciones políticas lo permitían, han crecido los ermuarras Lorenzo Iturriaga, Luzio Totorika y Fede Iturriaga. Ellos son tres alderdikides a los que se les brindó un sencillo pero sentido reconocimiento con motivo de haber alcanzado la edad de 80 años. La misma que ese batzoki en el que sus padres cantaban bertsos y jugaban a pelota antes de que la Falange se lo arrebatara, y que ellos mismos recuperaron tras la muerte de Franco.

Ellos le restan importancia al homenaje. “No somos los primeros en recibirlo, cada cuatro o cinco años se hace a quienes superan esta edad”, aclaran. Pero eso no les resta relevancia, pues ellos son tres personas importantes en la historia de los jeltzales en Ermua, municipio que “de mediados de los 60 a mediados de los 70 subió de 6.000 a 22.000 habitantes. Fue un tsunami que nos venció, y afectó al euskera y las costumbres”, explican. Eso sí, “nadie que llegó al pueblo entonces puede quejarse de que no le tratáramos bien”, destacan. Ponen como ejemplo lo que ocurría en Catalunya, donde si ibas “tenías que hacerte catalán y hablar catalán a la fuerza”.

Durante ese periodo en el que la inmigración se hizo notar en Ermua, el batzoki estaba en manos de la Falange, que se apoderó del edificio tras la Guerra Civil, poco después de su construcción. “En el 34 se juntaron varios alderdikides y decidieron hacer un batzoki. Mantxobas, que era afiliado y arquitecto, hizo el diseño, se compraron los terrenos y en el 35 se inauguró”, narran. Pero los falangistas entraron y dijeron “esto es nuestro”. De hecho, “en la parte de arriba tenemos una mesa con las letras de la Falange Española Tradicionalista de las JONS”.

Así que los tres homenajeados han disfrutado del batzoki “en la nueva era, “después de que murió San Francisco de España (el dictador Francisco Franco)”. En dicha reconquista tuvo Fede un papel destacado. “En su día la puerta estaba cerrada, y yo, bruto también, le di una patada y se abrió. Tenía buena edad”, recuerda.

Luzio es “el encargado del mantenimiento, es el jefe”, señalan sus dos compañeros. De hecho, pese a los nervios del homenaje y la presencia de un centenar de personas, fue el último en quedarse en la sala en la que tuvo lugar el evento y apagar todas las luces. Tanto Fede como Luzio siempre han estado en la lista electoral, pero “abajo, de complemento, en la cola”. Lorenzo, con mayor don de palabra, ha sido concejal durante cuatro legislaturas. La primera con Julián San Cristóbal de alcalde, en el 79, y después de 1995 a 2007.

“Hemos colaborado todos en lo que hemos podido, porque tenemos una jaula muy bonita, pero somos pocos pájaros, por tanto tenemos que hacer de todo”, explican. “Seguimos encantados, porque pertenecemos a una raza que se llama EAJ-PNV, eso tiene una forma de ser. Gente que no tenía tradición nos hizo mucho daño, eso se coge desde pequeño”, manifiestan. “Como mi nieta”, añade Lorenzo, que “ha bailado hoy aquí (el día del homenaje) igual que hace 20 años lo hizo su madre en la celebración del centenario del partido. La cadena no se detiene”.

Conservan todas las escrituras del batzoki, las ocho que ha tenido al pertenecer a diferentes ministerios, que aún mantienen todos los terrenos y de las que echan mano de vez en cuando. “En las casas que han hecho detrás del frontón nos han quitado metros y les dijimos: aquí tenemos las escrituras, vamos a reunirnos con el ayuntamiento y pediros el valor de esos metros. Ya se callaron”, matizan.