Entre fogones y pucheros, los integrantes de una cuadrilla de Mungia se dispusieron ayer a competir entre sí por una buena causa. El concurso de Lapikoko Solidarioa se celebró por tercer año consecutivo con el fin de recaudar fondos que donar al banco de alimentos de Mungia. La idea surgió cuando este grupo de amigos organizadores del evento competía en el concurso de alubias que se celebra en San Antontxus. Ese día brotó el reto para ver quién era el rey del puchero de alubias de la cuadrilla.

De esta manera, los amigos fijaron un día para el gran evento pero se dieron cuenta de que podían obtener rendimiento de la cantidad tan grande de comida surgida de la apeusta. “Quisimos aprovechar nuestro desafío para sacar algo de dinero. Nuestra primera intención era sacar de un apuro a alguien de Mungia y donamos lo conseguido al servicio de Cáritas” cuenta Emiliano Agirrezabal, uno de los organizadores. Pensando que el dinero recaudado con las alubias no sería muy elevado, pidieron a los bares y restaurantes de la zona que aportaran cenas o algún premio similar para realizar un sorteo con estos regalos. Tras el éxito cosechado el primer año la cuadrilla decidió seguir con la iniciativa, ya más por recaudar fondos y donarlos a los más necesitados, que por el pique en sí mismo.

Aunque en el día de ayer el sol no quiso acompañar la jornada, el evento fue una vez más un acto seguido por muchos mungiarras. Desde primera hora de la mañana, los amigos de esta animada cuadrilla de Mungia se prepararon para cocinar inmensas cazuela de alubias. Los participantes disfrutaron de un hamaiketako y entre risas, cocinaron las deliciosas alubias a fuego lento tratando de hacer un puchero mejor que el compañero de al lado.

Estos se repartieron los cargos ya que “somos unos diez amigos. Unos concursan y hacen las alubias y otros hacen de jurado”. De esta forma, sobre las dos del mediodía y tras la cata del jurado, el gran secreto fue revelado y Gaizka Díez se alzó como ganador del concurso seguido por Iñigo Barkos y Jesus Mari Barrena. Díez, quien trabaja en un taller de mecánica y construye pucheras artesanalmente, se mostró contento con su título de txapeldun. “También me picaron a mí para que hiciese un puchero de alubias en el taller y así hice el primero. Después le cogí el gusto y ya llevo ocho pucheras. Mi próximo proyecto es un soporte que llegue a aguantar cazuelas de cinco kilos”. Varios de los organizadores pasearon por diversos bares y comercios del pueblo acompañados con la puchera artesanal para anunciar y hacer saber a los despistados que la alubiada ya estaba lista.

Tras esto, fueron muchos los vecinos que se acercaron a degustar los diferentes pucheros. Todos ellos coincidieron en que había que apoyar el Lapikoko Solidarioa porque el evento tiene como finalidad ayudar a las familias más necesitadas del pueblo, aunque hubo quien añadió que “venimos por la causa, ¡pero las alubias también están buenas!”.

Cooperación La cuadrilla celebró “la gran colaboración de los mungiarras y del pueblo entero”. Añadieron además que “el evento está cogiendo cada vez más auge y estamos encantados. Varias personas de la asociación de caza y pesca y otros particulares ya se han apuntado para el año que viene. Seremos muchos, que es lo que venidos buscando los últimos años, que participe más gente”.

Asimismo, más bares y comercios de la zona quieren sumarse a este acontecimiento donando comidas y diversos premios. Los dueños de varios locales colaboradores del evento, como el bar Korrontzi o Raúl Iberikoak, también se acercaron para disfrutar de la jornada. Y es que, como añade Agirrezabal “actos como estos potencian el ambiente del pueblo y reafirman la colaboración entre comercios y vecinos”. Al finalizar el acto, los fondos recaudados ascendían a 4.565 euros, una cifra que seguro agradecerán muchas familias necesitadas de la localidad.