Getxo - La larguísima melena rubia que cae sobre toda su espalda se ha empapado de agua salada de Indonesia, Australia, China y, próximamente, México -una vez más-. Ahora Garazi Sánchez para unos días por casa, por Getxo, pero su pelo se sigue mojando con el mar, en este caso, de Sopela, donde entrena. Tabla, surf, pasión y profesión. Esta getxotarra, de 23 años, fue una de las deportistas pioneras en fusionar los términos de mujer, Euskadi, surf y competición, y esta temporada se estrena en la segunda división del circuito internacional. “Está siendo un año divertido y también complicado porque es todo nuevo”, admite.

Lleva con la tabla y la maleta a cuestas “desde los 14 años”, pero es ahora cuando está llegando a destinos a kilómetros y kilómetros de distancia de Getxo. “En México y en Indonesia me he encontrado las olas más espectaculares. Además, son sitios en los que la cultura es totalmente diferente y son viajes muy interesantes. Siempre intento, aparte de competir, conocer algo del sitio al que voy. Es una suerte poder viajar tanto desde tan joven y si no visito lugares, luego me voy a arrepentir”, admite Garazi. Además, esta getxotarra va acompañada en muchas ocasiones por amigos que también surfean, aunque no de manera profesional. “Es como si fueran dos viajes distintos: el de competir y el de conocer. Me gusta estar parte del tiempo con mis amigos y que no todas las conversaciones sean de surf”, asegura.

Otro necesario compañero de viaje en este universo es el dinero. “De momento, con las marcas que me apoyan y con las clases que doy en verano de perfeccionamiento y de iniciación al surf me voy apañando. Además, el vivir en casa de mis padres también se nota”, confiesa Garazi, subida a una vida de maniobras en el agua, de sol y salitre, y de dosis turísticas que es atípica para una chica de su edad. Por lo que su ritmo no va al mismo compás que el de su cuadrilla, compañeros de clase... “Es verdad que te sientes un poco rara en esta etapa, cuando ves que tus amigas van a la uni o empiezan a trabajar o a independizarse. Pero mis planes son otros y aunque hay días en los que se te hace duro, o te da miedo el futuro por el temor a quedarte descolgada de todo el mundo, miro sus vidas y no encajan en mis planteamientos”, explica la joven, sabedora de que “no me gustan las rutinas”. Tengo muchos amigos a los que no les gusta estar de ocho a ocho en una oficina; se han buscado otras alternativas, como ser bomberos o trabajar por temporadas”, añade.

Universidad a distancia Garazi estudia la carrera de empresariales a distancia y “cuando me planteo cómo llevar este asunto se me aparecen el ángel y el demonio: uno me dice que haga todas las asignaturas y termine en cuatro años y el otro, que tampoco hace falta que acabe en el tiempo establecido. Son dudas que te entran, pero el surf lo compensa todo”, destaca. No en vano, esta getxotarra no entiende su día a día sin este deporte que descubrió a los 7 años. “Patinaba con mi hermano y unos amigos en Arrigunaga y uno de ellos se apuntó a la escuela de surf y, al final, le seguimos todos. Pero de siempre he pasado mucho tiempo en la playa con mis padres”, comenta. Fue, por lo tanto, una niña de arena, sal y sol, que creció con el sonido del romper de las olas. La afición se convirtió en profesión y fue de las primeras chicas vascas que consiguió hacerse un hueco en la élite del surf. “Es principio de año y aún no me he puesto un objetivo claro, pero es la primera temporada en la que salgo más fuera, por lo que me la tomo como un poco de prueba”, opina Garazi, que sí se fija una meta más concreta para el campeonato europeo de septiembre: “Me gustaría ir porque he quedado un par de veces segunda y otras tercera y me gustaría ganar”, subraya esta vizcaina, que con su tabla recorre el mundo.