Izurtza - El caserío Etxebarri de Izurtza, de nombre original Mañondo, ha sido testigo del paso de generaciones con una filosofía de trabajo. Una tarea ardua que se ha visto reconocida en 2014 con el premio a la mejor explotación de ovino de Euskadi que otorga el Gobierno Vasco.

“Este es el tercer premio que recibimos a nivel de Euskadi en los últimos 20 años, y a nivel de Bizkaia también hemos ganado otros. Nos ilusiona porque es señal de que estamos haciendo bien las cosas”, explicaba Jesús Garate, el pequeño de los siete hermanos de la familia Garate Totorikaguena.

En esta explotación ganadera trabaja toda la familia. Tienen 500 ovejas, 120 cabezas de vacuno y 50 yeguas. Crían una media de 80 cerdos todos los años, además de gallinas. En el caserío Mañondo (Etxebarri) no falta el trabajo. “La oveja es lo que más trabajo da, pero también es lo más rentable. Tenemos 400 ovejas latxas y 100 de la raza sasi ardi” comenta Jesús.

Hay trabajos que son por vocación y este es uno de ellos. “Si todos en casa no tendríamos esa afición, no podríamos seguir. Trabajamos de lunes a domingo, desde la mañana hasta la noche. Es duro, y cuando parece que estás más libre con los animales, resulta que hay que hacer mejoras, o dedicarte a la hierba. Todo el año hay trabajo. Y lo que vemos es que cada vez se llena menos la cartera. Porque la materia prima sube, los impuestos suben, y el producto sube algo, pero no en proporción”, se lamentaba el benjamín de los Garate.

El caserío Etxebarri también es conocido por el pan casero que elaboran desde sus inicios en hornos de leña y que tan característico sabor tiene. Un pan sin aditivos. “Para el pan no hay milagros, el trigo es lo que es, las cosas dan lo que dan. Cualquier pan casero tiene poco volumen y mucho peso. Nuestro pan no tiene secretos. Al igual que el queso que elaboramos cada dos días. Ordeñamos a las ovejas todos los días con un intervalo de 12 horas. La leche se mantiene en el tanque un máximo de tres días. Cuando el queso está listo, se deja en la sala de maduración un mínimo de dos meses. Antes no se puede vender porque se está trabajando con leche cruda no pasteurizada. Desde hace dos años tenemos la autorización sanitaria para envasar y vender nuestra propia leche”, explica Garate. Lo describe como un queso con identidad, de sabor suave y no salado, cremoso, tierno y un poco mantecoso. “Es laborioso pero es fácil. Casi todos los trabajos son fáciles, sobre todo si se hacen con ganas y con cariño” matiza.

GARANTÍA Quizá esa sea la clave para lograr el éxito de una explotación ganadera. “La garantía de poder decir lo he hecho yo, sé cómo lo he hecho. En casa nosotros siempre hemos pensado así, y tenemos la filosofía de que producimos para nosotros. No tenemos distinciones con lo que vendemos al público. Hacer las cosas para ti, esa es la mejor garantía” comenta.

Es una apuesta importante por impulsar un producto local y la filosofía de que el producto de los pequeños productores de aquí tenga salida en las pequeños carnicerías de Bizkaia. “Nosotros estamos apostando por eso. Lo que no queremos es darle el cordero a un mayorista. Es una pena tener un producto criado sólo con leche de sus madres y de una forma exquisita, y luego lo carga un camión para un mayorista, que lo lleva a sacrificar a Segovia y que luego aquí entren los corderos de fuera”, señala. “Me parece triste que se hagan esas cosas. Y el hecho de no tener matadero no ayuda nada. Hay que producir bien y el consumidor se tiene que concienciar de que hay que comprar los productos de aquí, “ señala Jesús.