Trapagaran - Su formación como Historiador convierte a Eneko Pérez Goikoetxea en un gran conocedor de la historia de su pueblo, Trapagaran, del que destaca que es un municipio que a lo largo de los siglos ha sabido adaptarse a los vaivenes de la economía imperante en cada momento para seguir adelante. De un núcleo fundamentalmente agropecuario con un puerto sirlero que enlazaba el barrio de Ugarte -cerca de Max Center- con la ría del Nervión para el acarreo de mercancías, San Salvador del Valle de Trápaga -hoy día Trapagaran- asistió al boom de la minería del siglo XIX y a renglón seguido se enganchó al desarrollo industrial que transformó toda la comarca. No obstante, Eneko matiza que la grandeza de Trapagaran está en el cosmopolitismo de sus habitantes, llegados al calor de la industria, y la desbordante naturaleza que atesoran los montes de Triano.
San Salvador del Valle, Valle de Trápaga. ¿Donde está el origen de tales denominaciones?
-Nadie lo sabe a ciencia cierta. Hay quienes sostienen que se debe a las trapas, una especie de cajón sin ruedas con parihuelas en el que los hombres arrastraban el mineral de hierro hasta la zona de embarque, que unido al sufijo ga (lugar) daría origen a Trápaga, uno de los barrios antiguos del municipio. Sin embargo no hay nada que indique que no pueda haber otra explicación, lo mismo que el hecho de que no se sepa a ciencia cierta de dónde viene el San Salvador que acompaña al topónimo ya que ni siquiera es su patrón, que es San Ramón No Nato.
Habla usted de acarreo de mineral en la zona baja del municipio.
-Hay que tener en cuenta que Trapagaran fue, de antiguo, un municipio agropecuario que tenía en la explotación forestal y la extracción de hierro que afloraba en los montes de Triano -explotados desde tiempo de los romanos- una fuente económica complementaria. Y los caseríos estaban en la parte baja.
Como el caserío Aiestaran en la zona de acceso hacia el funicular de La Reineta.
-Ese y otros muchos que han ido desapareciendo con el paso de los años, al igual que los molinos harineros que eran muy comunes en la zona baja del valle.
Zona baja, zona alta, parecen dos mundos diferentes.
-Puede parecerlo pero no tanto ya que el componente poblacional sigue guardando relación directa con la actividad económica que tenía lugar en el municipio. Trapagaran se entiende en clave de economía. La zona alta tuvo su boom en el siglo XIX y XX cuando por ejemplo el poblado minero de La Arboleda llegó a tener cerca de 5.000 vecinos frente a los apenas dos mil de la zona baja. Pero, curiosamente, con el declive de la minería y el auge de las industrias de la zona baja, esos poblados pierden población que rápidamente se asienta en la zona baja. De hecho, solo La Reineta crecía porque estaba el funicular que acercaba a la gente a industrias como la Babcock o la GEE.
Supongo que Trapagaran es mucho más que un pueblo surgido de la economía.
-Ni que decir tiene que Trapagaran, mi pueblo, es a día de hoy uno de lo que mayor atractivo tiene para vivir de los que hay en Ezkerraldea. A pesar de que ha crecido vertiginosamente en pocas décadas, Trapagaran conserva ese halo de pueblo en el que todo el mundo se conoce y donde reina un ambiente casi familiar. Vivir en el casco urbano es como vivir en Ugarte, en Salcedillo, o en La Escontrilla.
Y encima rodeados por una naturaleza que a pesar de la domesticación de la actividad minera sigue siendo imponente.
-Para mí que soy un apasionado del deporte en la naturaleza, tanto como montañero como por la práctica de la bicicleta de montaña, puedo decir que tenemos rincones únicos que la gente desconoce. Como decía Luis de Castresana, somos el auténtico balcón de Bizkaia ya que desde La Reineta se puede divisar gran parte del Bilbao metropolitano.
Cuando no va usted al monte a perderse en la naturaleza, ¿por dónde pasea en Trapagaran?
-Hay muchos rincones. Algunos de la niñez como las escapadas que hacíamos a Durañona o a la Fuentecilla en Ugarte, pero me quedo con el paseo de la Franco Belga y la vega del Granada.
historiador