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“En Zalla estamos rodeados de leyendas sobre brujas”

“En Zalla estamos rodeados de leyendas sobre brujas”Borja Guerrero

Zalla - Conoce bien los montes de Zalla por los que discurre la primera maratón de montaña en crearse en el Estado: la Galarleiz que él fundó y cumplirá su vigésima edición en verano. Pero, de elegir un rincón del municipio, Pedro Galarza se decanta por el alto donde se erigía la desaparecida mansión indiana de Tepeyac. “Se divisa una bonita panorámica de la fachada de la iglesia, donde se encuentra el arcángel San Miguel recién restaurado y el Ayuntamiento”, describe.

¿Una imagen muy diferente con respecto a lo que veía en su niñez?

-Antes el centro era un núcleo pequeño con huertas alrededor: la iglesia -con un pórtico precioso que ya no existe-, la farmacia de enfrente y un tilo muy famoso que se secó y desapareció, aunque hace poco se plantó otro en el mismo lugar. No hay un casco antiguo, pero Zalla conserva su encanto con edificios como la casa del cura y el bulevar de la calle Hermanos Maristas está bien estructurado. Eso sí, el paisaje mejoraría con la casa de Tepeyac en pie... Fue una pena que la tiraran.

¿Cómo era?

-La construyó una familia de indianos que llegó de México y la cedió cuando se urbanizó la zona. La derribaron con el argumento de que estaba muy deteriorada. En mi opinión, el Ayuntamiento hubiera quedado perfecto ahí. En su momento, se generó bastante debate sobre la futura ubicación al conocerse que las dependencias se trasladarían desde la sede antigua, que se encontraba en la plaza Euskadi.

Al final se eligió otro inmueble histórico, rodeado de un parque que hoy es el pulmón verde del centro..

-El palacio Murga, del siglo XVII, también precioso. Yo lo recuerdo como una finca privada que estaba cerrada y no muy bien cuidada. Por ahí entraba un río pequeño que era el primero en desbordarse cuando llovía mucho.

¿Las inundaciones van inevitablemente unidas a Zalla?

-Las inundaciones y los pasos a nivel. Hemos vivido numerosas crecidas, yo he visto subir el agua a la altura de las vallas del antiguo campo de fútbol. En cambio, esta vez el río se ha salido de forma diferente.

Ha afectado especialmente a Aranguren, una de las principales áreas de población. ¿Los barrios conservan su fuerza?

-Zalla es un pueblo disperso con otros núcleos aparte de lo que llamaríamos el centro, en Mimetiz, y cada uno de ellos tiene su propia personalidad. Aranguren se expandió con los trabajadores que se emplearon en la industria papelera, en Otxaran quedan más caseríos. Además, están Soiano, La Herrera y otros barrios más pequeños.

¿El crecimiento urbanístico ha diluido la identidad local?

-No lo creo. Los vecinos todavía nos conocemos. Por otro lado, se mantienen eventos como la feria agrícola y ganadera de Gangas dentro de las fiestas de San Miguel, que data de principios del siglo XX.

Y acontecimientos deportivos y culturales, ¿hay movimiento asociativo?

-Ahora la llama está resurgiendo gracias a la juventud. En Zalla se organizaban campeonatos de moto cross, karts -Fernando Alonso corrió aquí-, concentraciones de motos o un duatlon que figuraba en el calendario de la copa estatal... hay que lograr que ese fuego no se apague.

Una de esas nuevas carreras lleva el nombre de sorgintxu. ¿Por qué a los de Zalla se les llama brujos?

-Las brujas salen hasta en el pañuelo de fiestas. Abundan las leyendas, cuentan que se reunían en Oreña, cerca de Bolunburu, tenemos la historia de Lucía de Aretxaga, que cuidaba la vieja ermita de San Pantaleón, y el palacio de las brujas a medio construir, que pertenece a Güeñes, pero se ve desde Aranguren. ¡Estamos rodeados! Y en la fiesta que se celebra el 1 de agosto en la ermita de San Pedro Zarikete existe la tradición de deshacerse de los malos espíritus. Antaño se acercaba gente incluso de Madrid. Los asistentes llegaban por un camino y se marchaban por otro esparciendo sal.

¿Qué origina la espesa niebla?

-Es otro fenómeno típico en la llanada central, parece ser que tarda en disiparse por el río. La niebla de Zalla sigue ahí, pese a que comentaban que desaparecería con el corredor del Kadagua por efecto de los túneles. Resulta curioso observar ese manto blanco desde los puntos más altos del pueblo. Es tan nuestra que el entonces párroco, Don Paulo, le puso a la coral el nombre de Laino Eresi: cantores en la niebla, cuando surgió en 1961.

¿Qué impresión causa el municipio a los deportistas que se inscriben en la Galarleiz?

-Les impacta el verde, la naturaleza, los montes... A mí me encanta el paisaje desde el castro prehistórico de Bolunburu, que es como un balcón con vistas a Zalla. El sol domina Aranguren, también están el Rioya y la Garbea, que mira a mi barrio, Otxaran.

Impulsor de la maratón de montaña galarleiz