Bilbao - En Fernando de la Quadra Salcedo, el erudito José Ramón Blanco traza un ensayo bibliográfico del que fue original poeta, historiador, genealogista y una de los más interesantes personajes vizcainos de principios del pasado siglo.
Qué complicado para usted combinar la magistratura con la poesía.
-Con la poesía es más fácil, porque viene por inspiración y momentos. En la novela hay que trabajar más, meter horas y horas; es complicado. Con la jubilación tendré más tiempo.
En la colección ‘Bilbainos recuperados’ aparecen empresarios, políticos, pensadores.... ¿Por qué biografiar a Fernando de la Quadra Salcedo y Arrieta Mascarua?
-Es una colección muy interesante de bilbainos eminentes. Hay de todo: poetas, arquitectos, pintores... Muelle de Uribitarte Editores, en colaboración con la Fundación 700, recupera ilustres bilbainos como Fernando de la Quadra Salcedo y Arrieta Mascarua, marqués de Castillejos (Güeñes, 1890; Bilbao, 1936) que era un personaje poliédrico. Tenía muchos méritos para ser biografiado. A su condición de abogado, genealogista, historiador, periodista y conferenciante destacado, añadió la de poeta. Fue un poeta muy interesante. Como digo en el libro, la suya fue la poesía de la Historia. Él decía que sus poemas eran para ser leídos en un castillo con un laúd. Tienen un estilo modernista. Uno de sus libros, por ejemplo, Vertsolari, se lo prologó Ramón de Valle.
¿Además es un poeta pirenaico?
-Sí. Junto con Ramón de Basterra escribe mucho de personajes y de temas del Pirineo. Dicen que forma parte de la Escuela Romana del Pirineo; tiene temas, sobre todo pirenaicos e históricos. Estaba entroncado con todos los reyes y príncipes de Europa. Por ello no es de extrañar que pretendiera el trono de Navarra y el Principado de Andorra. Y que a su pariente, el barón Beorlegui, le convenciera de sus derechos al trono de Albania. Claro que los periódicos de la época, como El Heraldo de Madrid, le tomaban bastante el pelo.
¿Qué debería quedar en el imaginario de los jóvenes de la figura de este bilbaino de adopción?
-Julio de Urquijo indicaba que tuvo un gran amor por nuestro País Vasco. Lo demostró de muchas formas, entre ellas creando el Círculo de Bellas Artes y el Ateneo de Bilbao, que entonces tenía gran importancia en Bilbao. Fundó la revista Ideario y publicó infinidad de artículos en la revista del órgano oficial de la Cámara de Comercio, que fueron recogidos luego en el libro Economistas Bascongados, que está muy bien porque habla de todos los economistas vizcainos del tiempo: Arriquibar, Gardoqui.... El propio De la Quadra dijo que la poesía de los vascos es tan antigua como la raza.
¿Era un entusiasta de todo lo vasco?
-Veía todo lo vasco con cristales de aumento y se sentía orgulloso de su condición de tal. Buen conocedor de la lengua euskara, su ensayo Defensa de la obra de los vascos: ¡Cavernícolas, cavernícolas! supuso una encendida defensa de la minoría vasco-navarra, maltratada en las Cortes.
El mejor callejero de Bilbao es suyo.
-Sí. Calles de Bilbao, el cofre del bilbaíno, con un prólogo de Ángel Ortiz Alfau. Otra cosa que poca gente sabe es que descubrió la cueva de Santimamiñe. Alguien de la Comisión de Monumentos le avisó de que allí había unas cuevas curiosas y él entró con algún diputado, dibujantes y fue tres veces. En mi libro se cuenta la emoción de cómo las descubrieron.
Magistrado, novelista, poeta... ¿cómo le gustaría que le recordarán?
-Seguramente como poeta.
Viendo su currículo no le anda a la zaga al mismísimo De la Quadra, que también era poeta. ¿Qué es lo más reseñable de la bibliografía?
-Me gusta sobre todo como poeta. En su libro Vertsolari tiene unos poemas de tipo histórico muy bonitos. Otro que es muy curioso es el Llanto de los Pirineos, después de la Primera Guerra Mundial, que canta a los vasco-franceses que murieron en la contienda. Es muy interesante como estudioso de la literatura vasca antigua. Cuenta con una serie de estudios históricos como la primera vuelta al mundo, la participación de Bizkaia en la expedición de Elcano; el general Castaños en la Batalla de Bailén...
Saliendo del túnel de la violencia, ¿qué puede aportar el personaje De la Quadra, muerto por la violencia de la Guerra Civil?
-Un hombre como él, que era un humanista, que alabó toda la obra de los vascos en la cultura, que habló sobre temas vascos, que escribió en prosa y poesía sobre todo lo vasco, lo paradójico es que lo mataran. No el Gobierno vasco, que aún no existía, sino la coalición vasco-republicana en el poder, porque estaban en la zona leal. Murió en los barcos prisión en el Auñamendi. Los milicianos lo asesinaron. Es una paradoja; una muestra más de la insensatez y del sinsentido de las guerras.
Al leer la lista de los que componen los bilbainos recuperados de 1860 a 1930, ¿qué tiene esta época a la hora de bibliografía?
-Los principios del siglo XX y finales del siglo XIX fueron épocas muy brillantes. Había aquí un movimiento cultural muy grande. La revista cultural Hermes en la que escribían De la Quadra, Ramón de Basterra, poetas, españoles e intelectuales, también era un centro de cultura en Bilbao. Lo que podríamos llamar el novecentismo vasco. Al inicio de 1900 había pintores muy interesantes que tampoco se les ha dado el mérito debido como Viar, Guinea... escultores como Paco Gurrio, Meabe, que tiene un libro bonito en la colección. Esa época fue muy interesante y mandaba su reflejo a toda España; no era solo aquí. Todos estos escritores tenían su importancia más allá de Euskadi.
¿Qué biografía le gustaría hacer?
-Me gustaría escribir más novela y poesía. Voy a recopilar en un libro toda la poesía que tengo desperdigada. También voy a publicar una novela de Lucrecia Borgia que la tengo en espera. Lucrecia era un personaje interesantísimo y parece que no fue mala, solo una víctima de su padre.