Bilbao ordena el cierre de cinco ‘after’ del Casco Viejo
La decisión municipal es cautelar por las “reiteradas infracciones” de los locales y ante la previsión de que el expediente concluya con un año de sanción. Los afectados consideran que el cierre responde a una “caza de brujas” contra ellos
Bilbao- Cinco locales de hostelería de las calles Barrenkale y Barrenkale Barrena ya no podrán levantar la persiana. Ayer mismo, el Ayuntamiento de Bilbao comunicó a los hosteleros el cierre cautelar de estos establecimientos situados en el Casco Viejo, al considerar que funcionan como after hour o discotecas de horario matinal sin tener licencia para ello y que provocan una “notable inseguridad y malestar vecinal”. La decisión se ha adoptado después de desestimar las alegaciones de los implicados y ante la previsión de que el expediente concluya con una sanción de cierre por un periodo de un año, lo máximo permitido por la ley. Esta circunstancia podría significar, asimismo, el final de El Último tranvía, Livingstone, Surtido, La Reserva y Arkupe, ya que, tal y como explica el presidente de la Federación de Hostelería de Bizkaia, Boni García, “no hay nadie que pueda sostener un alquiler durante tanto tiempo sin actividad”.
La decisión del Consistorio bilbaino generó rápidamente enfrentadas reacciones. Los vecinos aplaudieron las medidas adoptadas por el Ayuntamiento, aunque sostienen que “no pararán hasta que estos locales dejen de ejercer como after”. “No estamos en contra del ocio nocturno, sino del ambiente que se genera en esa zona de viernes a lunes”, apunta la plataforma vecinal After Kanpora.
Por su parte, los responsables de los locales aseguraban que están siendo víctimas de una “caza de brujas”. “Desde hace seis meses no ha habido una sanción. Cuando nos han multado ha sido por poner la música con nuestra minicadena. No organizamos conciertos”, asegura Iván Maguregi, gerente del Livingstone.
La orden de cierre cautelar está avalada, según explican responsables municipales, por la tramitación de “27 expedientes contra dichos locales por diferentes infracciones, la mayoría horarias, con cierres temporales de hasta cuatro meses de duración”. Junto a ello, adjuntan cuatro informes policiales “recientes” que constatan su “funcionamiento como discotecas, con equipos musicales de alta potencia y publicidad expresa de actividades after hour a través de carteles y redes sociales, a pesar de que dichos locales cuentan con licencia de bar en cuatro casos y de bar-restaurante” el quinto. Estos informes de la Policía Municipal incluyen grabaciones de audio y vídeo “en las que se constata su funcionamiento como discotecas”. Otro de los argumentos esgrimidos para la decisión del Ayuntamiento se centra en la seguridad ciudadana. Así, se habla de “inseguridad y malestar vecinal generado por los ruidos, las peleas y el tráfico y consumo de sustancias ilícitas” y recuerda el escrito presentado por 1.200 residentes, comerciantes y hosteleros de la zona.
Precintos A primera hora de la tarde, la Policía Municipal procedía al precinto de los cinco establecimientos de hostelería de Barrenkale y Barrenkela Barrena ante la presencia de los propietarios de los locales que mostraban su indignación. “Lo hacen hoy (por ayer) porque no tenemos tiempo de reacción”, explicó Maguregi. Mientras que los hosteleros mostraban su indignación por lo que estaba ocurriendo, los vecinos empezaban a visualizar un fin de semana tranquilo, “sin ruido, sin peleas y sin comportamientos incívicos”. “La situación era insostenible, y por eso nos hemos puestos serios. Hay vecinos que se han tenido que marchar a otros sitios a vivir”, explican desde la plataforma vecinal.
Dos caras de una misma moneda. Los hosteleros, por su parte, aseguran que estas calles del Casco Viejo son donde menos incidencias se producen. “Hay vecinos que lo único que quieren es eliminarnos; sacan vídeos de 2013 de gente consumiendo drogas en el cantón para alegar que somos problemáticos. Cumplimos con las normas”, dicen los hosteleros. “Mi local es de categoría dos y puedo abrir a las seis de la mañana. La gente viene a tomarse una copa, pero hasta las nueve de la mañana no ponemos música. A las 12.00 cerramos porque en esta calle hay otro tipo de locales. Nosotros no tenemos ninguna intención de enfrentarnos a nadie”, afirma Maguregi.
Desde octubre, según relatan los vecinos de la plataforma, la tensión ha crecido en estas calles. Lo ideal sería lograr un equilibrio entre el descanso de los vecinos y la actividad hostelera; sin embargo, llevarlo a cabo parece un imposible en esta zona. “Si el hostelero incumple debe ser sancionado, pero los vecinos también deben tener voluntad para llegar a acuerdos. Hay que redactar una nueva ordenanza de hostelería que se adapte a las necesidades de la villa”, concluye Boni García.
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