Las enfermedades son una de las grandes dificultades a las que somete la vida. Crecerse ante la adversidad y seguir luchando al máximo sea cual sea la situación es la filosofía de vida de Alluitz Arana y Aimar del Pozo, dos niños de 5 y 11 años, respectivamente, a quienes por desgracia les ha llegado muy pronto la cara más cruda de la realidad. Pero dentro de la desdicha también hay aspectos positivos, como es la entrega e implicación de esas almas solidarias que se vuelcan en ayudarles.

Uno de los motores de la solidaridad en Urduliz es Pedro Elordui quien, con una de sus calabazas gigantes, ha recaudado fondos para apoyar la causa de Alluitz -padece una dolencia sin diagnóstico- y Aimar que sufre parálisis cerebral. Durante los últimos dos meses se han vendido a cambio de la voluntad rodajas de una gigantesca calabaza que superaba los cien kilos de peso. Como ya se ha convertido en tradición, con la llegada de los Reyes Magos tocaba abrir las cuatro huchas que se dispusieron en Ayoberri Sagardotegia para recopilar el dinero que los clientes han ido donando para la causa. “Este año creo que rondaremos los mil euros”, destacaba Pedro Elordui, propietario del local e impulsor de esta curiosa y solidaria iniciativa. Al mágico momento de la apertura de las huchas acudió Iker Agirre, aita de Alluitz. Aún sin abrir los recipientes que contenían el dinero, dejaba muy claro el sentir de su familia. “La cantidad de dinero es lo de menos, lo que más valoramos es el apoyo de la gente”, aseguró.

Para lograr una mayor concienciación en este aspecto, a lo largo de esta campaña solidaria Elorduy ha organizado diversas actividades entre las que destaca la comida popular que tuvo lugar el pasado 22 de noviembre y que estuvo amenizada por el grupo Indarra, quien se prestó de forma desinteresada a participar en la iniciativa. Llegaba el momento de cuantificar en cuánto dinero se había podido traducir la solidaridad de los clientes que, durante los dos últimos meses, se han acercado hasta este establecimiento hostelero. Pedro cogió un abrelatas para abrir las cuatro huchas y desvelar la incógnita de la recaudación. A su lado, Iker observó con detenimiento cómo Pedro abría y vaciaba las latas. Billetes de 100 euros, otros de 20, 10, 5 euros.... También salen a relucir monedas de todo tipo. Pedro cuenta lo recaudado y llega la valoración final. “Hay más de 1.100 euros, más de lo que pensaba”, estimó Elordui.

El mejor regalo La familia de Alluitz se mostraba muy feliz con los gestos solidarios que ha tenido con ellos la clientela de Ayoberri Sagardotegia, pero en los últimos tiempos han tenido un regalo de valor incalculable. Dentro de la dolencia del pequeño urduliztarra, una de las características era la tortura de no poder comer sólido. Ahora, Alluitz ya puede ingerir alimentos como cualquier otro niño de su edad. “Poder cenar normalmente y charlar con mi hijo es algo impagable”, señaló su aita, Iker, a quien se le veía entusiasmado con este nuevo paso en una dura batalla en la que tienen mil cien razones más para luchar.