Basauri - Abrió sus puertas como un gimnasio puntero el pasado julio y, de la noche a la mañana, echó la persiana hace dos semanas sin dar ninguna explicación a sus usuarios. El cierre repentino del Bilbao Training Rock Zone ha dejado a más de un centenar de usuarios en la estacada e importantes deudas con los abonados, que en algunos casos habían adelantado las cuotas de hasta doce meses. De hecho, algunos usuarios barajan la posibilidad de presentar una demanda para recuperar su dinero. Las desavenencias entre los dos socios de la empresa ubicada en Basauri son la causa principal de un cierre que, salvo giro de 180 grados, se prevé definitivo.

La circunstancia que más ha enfadado a los usuarios ha sido la absoluta falta de información en torno a la clausura del negocio. Los abonados de este gimnasio se encontraron con que este centro cerró sus puertas el pasado 28 de noviembre sin que sus responsables colocaran siquiera un cartel en la puerta informando de su decisión y de cómo afrontarían la devolución del dinero que muchos habían adelantado. No en vano, algunos usuarios habían abonado hasta doce meses y su inversión superaba los 400 euros. De hecho, la situación va más allá. Uno de los dos socios, que se encontraba de baja, se enteró del cierre por la crítica de un usuario a través de Facebook. Al parecer, la segunda propietaria decidió unilateralmente cerrar el gimnasio sin informar a su socio.

El Bilbao Training Rock Zone se encuentra junto al puente de La Baskonia, en la zona de Basauri más cercana al lbaizabal y a la carretera N-634, que comunica la localidad con Etxebarri y Galdakao. Abrió el pasado 1 de julio en una nave industrial de 400 metros cuadrados, con unas instalaciones fabulosas y el aliciente de unir las dos pasiones de sus usuarios: el deporte y el rock.

Según indicaron algunos usuarios, el número de abonados podría superar, desde octubre, el centenar y, si bien aún se apreciaba que el negocio estaba echando a andar, se percibía un movimiento significativo.

Esta sociedad limitada cuenta, según los datos del registro, con dos administradores solidarios, un hombre y una mujer, que durante estos meses han sido también los encargados del negocio y sus caras visibles. Al parecer, en un momento dado, uno de los socios habría decidido reducir su compromiso con el proyecto y, en última instancia, tirar la toalla. Esta decisión se hizo efectiva el día en el que bajó la persiana.

En medio de esta situación, los abonados se han afanado en buscar explicaciones por parte de los socios, si bien estas han llegado con cuentagotas y únicamente por parte de uno de ellos.