TOMAR bebidas frías comenzó siendo un rasgo distintivo de la burguesía acomodada de las ciudades. Los ricos, podían permitirse el lujo de pagar el transporte de la nieve helada desde los neveros de los montes hasta sus casas. Poco a poco, el fenómeno se fue extendiendo a todas las clases sociales pasando a ser algo habitual en fiestas y tabernas en el siglo XVII.
En 1896 aparece documentada la primera receta de vino helado del país, una bebida elaborada con unos rudimentarios aparatos formados por una cuba, un recipiente interior donde se depositaba la mezcla, un aspa que la removía y una manivela. Este singular artilugio de madera es conocido en Euskadi con el nombre de garrafa y en otras comunidades se denomina heladera.
En aquella época, los neveros más importantes de toda Bizkaia estaban en el macizo de Itxina y suponían una importante fuente de ingresos para el Ayuntamiento de Orozko. Por ello, la garrafa se convirtió en un instrumento de uso común y habitual en los caseríos de la zona. Sin embargo, este rudimentario utensilio cayó, poco a poco, en desuso pero la labor y empeño de la asociación cultural Orozkoko Garrafa Elkartea ha logrado recuperar del olvido más de 300 aparatos que, en muchos de los casos, se encontraban guardados en trasteros.
Fiesta anual Y gracias a ello, la garrafa es ahora en Orozko sinónimo de fiesta. Una fiesta que rememora un pasado lejano y una forma de vivir tradicional que, una vez al año, vuelve a tomar las calles de la localidad gracias al concurso organizado por esta agrupación local y que ha alcanzado su duodécima edición. La cita fue ayer y congregó a 37 garrafas cuyos propietarios se afanaron, de 11.00 a 12.00 horas, en preparar refrescante granizado hecho con vino blanco o txakoli, agua, brandy, azúcar y limón.
Orozkoko Garrafa Elkartea puso a disposición de los asistentes “alrededor de 500 kilos de hielo”, precisó Nico Astobiza, portavoz del colectivo, quien expresó, una vez más, su alegría “por ver a niños, jóvenes y mayores disfrutar con esta actividad tan ligada a nuestra tradición”.
De hecho, fueron muchas las manos infantiles que se animaron a dar a la manivela y además se acondicionó un espacio con seis garrafas para que los más pequeños elaboraran limonadas de zumo. “Ha sido muy divertido y menos complicado de lo que esperaba”, aseguró una niña. Y, junto a ellos, miembros de la familia Mazarbeitia de Orozko se encargaron un año más de realizar ocho litros de garrafa de mantecado, ocho de helado de chocolate, otros ocho de limón y tres de fresa.
“Es algo más costoso que el granizado porque tiene que quedar más endurecido pero sin llegar a helarse”, explicó Iñaki Mazarbeitia. Y todo ello fue degustado y saboreado en la degustación popular que tuvo lugar a las 13.00 horas.