Getxo - Las ideas pueden brotar en cualquier lugar: en las páginas de los periódicos que recopilan la actualidad, en el paisaje de alrededor, en los eventos deportivos, en un frutero y hasta en un garaje... La bombilla para encontrar el adorno a la paella se puede encender en cualquier momento. Y esa decisión es fundamental. Y es que las decoraciones son la salsa de la multitudinaria fiesta que es el Concurso Internacional de Paellas de Aixerrota. Se trata de una cita de referencia, no solo en Bizkaia y en Euskadi, sino más allá, ya que su eco traspasa las fronteras vascas. Este certamen se erige en la universidad de las paellas e, incluso, supera a Valencia como campus para impartir doctrina. Los participantes en este evento gastronómico se estrujan la cabeza, agudizan el ingenio, ponen a prueba su maña... Y, por ello, acaban con un máster de lo más suculento.

Una edición más, y van 59, los acompañamientos de las paellas fueron de lo más llamativos. Los ojos de los asistentes al desfile de paelleras se abrían de par en par, los brazos se levantaban para captar con las cámaras de los móviles las obras de arte y las bocas se hacían agua ante los apetecibles granos de arroz.

El evento preferido de muchos getxotarras ofrece estampas sin parangón. 174 cuadrillas se presentaron al certamen y otras tantas -la organización, a cargo del grupo Itxas Argia, habilitó 391 toldos en la conocida como zona legal- prepararon también sus platos con esmero e imaginación. Porque las paellas de Aixerrota no son solo amarillas, son multicolor. Algunos de los adornos eran muy costosos de elaborar: como una regata en la ría con el Serantes de fondo, un barco del Athletic, el museo Guggenheim con Puppy... Otros eran más sencillos, pero muy originales: una recreación del Puerto Viejo -con el Sireno con cabeza de langostino incluido. De hecho, el fotomontaje estuvo presente de una manera u otra en varias paellas-, un búho hecho con piña, un elefante de arroz, jugadores del Athletic con cabezas de huevo, muñecos de tomate, cigalas que bailan... También había decorados tan gigantes que requerían de una fuerza superior para transportarlos; uno muy llamativo fue el que simulaba un circuito de Fórmula 1 que estaba apoyado sobre el capó real de un Mini real.

De todas las paellas presentadas a concurso, la que más cautivó al jurado fue la elaborada por Jose’s Taldea, una cuadrilla que es un clásico en este evento y que ha ocupado varias veces algún cajetín del podio. Este año se llevó el primer premio, es decir, el galardón del Molino de Aixerrota por parte del Ayuntamiento, una paellera de Itxas Argia y la copa que le acredita como vencedor de esta edición. En segunda posición quedó Aflew Txoko y en tercer lugar, Ixinak.

El jurado que valoró las paellas estaba formado, un año más, por Javier y Juanjo Vega y por Juan Carlos de Miguel. Ellos son los afortunados que pueden ver de cerca las obras de arte y comprobar si la belleza y el trabajo que hay junto a los granos de arroz va en concordancia con el sabor de los platos. “Siempre hay un elevado nivel”, coinciden en señalar los jueces gastronómicos. Como es habitual, los criterios de evaluación primaban la exquisitez frente al aspecto visual de la paella. De esta manera, el punto del arroz se puntuaba de 1 a 20; el sabor, también de 1 a 20; y los adornos, de 1 a 10. Asimismo, los jueces tenían más en cuenta que los acompañamientos de las paellas fuesen comestibles en lugar de figuras hechas con cartón, papel o semejantes.

Y UN INGLÉS VINO A Getxo... Cerca de 25.000 personas, entre participantes, cuadrillas que acuden a preparar sus paellas, pero que no concursan y curiosos que peregrinan a ver las paellas imposibles, abarrotaron ayer las campas de Aixerrota. Es un evento con un poder de convocatoria extraordinario, es una cita ineludible para los getxotarras -varios concejales del Ayuntamiento estuvieron allí presentes- y un día en el que numerosos habitantes de otros municipios se hermanan con los vecinos de la localidad costera. Llegan personas de otros lugares, e incluso, de otros países. Es el caso de Oscar, londinense que se encuentra estos días en Sopela cuidando de unos niños. El joven asistía ojiplático a lo que se cocía ayer en Getxo. “No había visto nunca nada igual”, aseguraba mirando de continuo las paellas que se asentaban en las mesas, donde el jurado procedía a probarlas. Por allí, durante más de una hora, iban pasando unos y otros platos, algunos tan grandes que hicieron sudar a los miembros de la organización para moverlos. Discurrieron tantas como 174 paellas. Para elaborarlas hicieron falta 250 kilos de arroz y dos toneladas de leña, que repartió Itxas Argia.

Y entre fogones fue completándose un día festivo con txalaparta, aurresku, exhibición de danzas, romería y juegos infantiles. La multitudinaria jornada se desarrolló sin ningún tipo de incidentes. La Policía Local desplegó un dispositivo especial y cuarenta agentes estuvieron en la zona.