Una de las relevantes virtudes del arte es ser capaz de cambiar el orden establecido de las cosas. O, por decirlo en términos financieros, ahora que la economía avanza a paso de oca para mantener en el poder al dictador Don Dinero, deslocalizar. Para los no avisados -si es que aún quedan, porque el bombardeo del argot económico es inmisericorde...-, habrá que decir que deslocalizar consiste, básicamente, en el traslado de centros de trabajo a lugares inusuales, donde aún no se ha asentado la reivindicación laboral.

Aclarado, creo, el término, vengo a contarles que ayer se presentó en el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro un proyecto deslocalizado de Ainara Elgoibar. En su persona se aunan las dos cuestiones de las que les hablaba: la economía y el arte. No por nada, es licenciada en Dirección y Administración de Empresas por la Universidad de Deusto y en 2005 decidió reorientar su carrera profesional y cursar estudios superiores de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona, con estancias en Nueva York (The Cooper Union) y Manchester (Manchester Metropolitan University).

La obra que presentó ayer tiene un toque de alquimista: convertir el vidrio en oro. Me explico. Ainara trajo a Bilbao su proyecto Gold 20, una idea que nació en una empresa de Tudela donde se elabora un tipo de vidrio que lleva el mismo nombre y que se caracteriza por el color dorado, a pesar de no contener oro. Ainara se metió en la misma con una cámara y editó un vídeo que hermana con la tradición casi perdida del cine industrial. A esa proyección hay que añadir la elaboración de tres maquetas: una, en templo brasileño donde se está trabajando con ese material; otra segunda, la de una torre de la sede del banco HSBC en Panamá, proyecto que cayó en el olvido, y una tercera, la simulación de un rascacielos, a modo de lingote dorado, en Abandoibarra.

Asistieron a la presentación de ese peculiar trabajo Ibon Agirre, músico del grupo Minúsculo, Alexander Iturregi; la cónsul belga, Sylvie Lagneaux, junto a su hijo, Eduardo Cano, Nader Koochacki, Unai Zelaieta, Aitor Gurtubay, Iban Guruzeta, Ana Elgoibar, Elena Vicario, Leticia López, Irati Burgués, Juan Ángel Ruiz, Mikel Sánchez, José Luis Antón, Javier Martínez y un buen número de gente curiosa e interesada, compañeros de Ainara y visitantes que comprobaron, una vez más, cuánta razón alberga la voz de la calle. En el caso que hoy nos ocupa bien pudieron decirse que todo es según el color del cristal con que se mira. Y ese todo es dorado, una apuesta arriesgada para una arquitectura de vanguardia.