Bilbao. Los rumores corren de boca en boca infantil y la pregunta del millón pende sobre las cabezas de los padres. Poner fin a la fantasía de los Reyes Magos no resulta fácil.

¿A qué edad suelen descubrir los niños que los Reyes son los padres?

La edad más habitual es en torno a los 7 años. Puede haber diferencias significativas en función de la convivencia o no con niños de más edad, quienes les pueden dar información al respecto. También influyen las habilidades de razonamiento: quienes las tienen más altas pueden establecer relaciones entre personajes que ven en la calle, fotos, comentarios de diversas personas, noticias en radio o televisión... Ellos mismos pueden concluir que son personajes de ficción, aunque no lo digan.

¿Se ha retrasado o adelantado esta edad con respecto a hace unos años?

Probablemente se ha adelantado debido al aumento de las fuentes de información espontánea que tienen los menores en la actualidad.

Cuando un hijo pregunta que si los Reyes son los padres, como le ha dicho un amigo, ¿hay que decirle la verdad por pequeño que sea?

Siempre hay que decir la verdad pero... ¿Cuál es la verdad? Cada educador decide cómo desea trasmitir esto a sus hijos. Los Reyes Magos son eso, magos. Hacen magia y existen en el mundo mágico y el mundo mágico es el que existe en la imaginación de cada persona y quienes creen en este mundo mágico reciben regalos. De este modo se puede mantener el pensamiento mágico o la ficción durante toda la vida.

Hay padres que se resisten a romper la magia y se lo niegan un año tras otro. ¿Puede esto tener consecuencias, como la pérdida de confianza o credibilidad en los padres?

Solo de manera temporal, a no ser que vaya acompañado de otras informaciones falsas que afectan a la seguridad de los niños.

Muchas personas, de adultas, siguen teniendo la espinita clavada de aquel regalo que pedían de niños y nunca les trajeron. ¿Por qué marca tanto este hecho?

Suele estar relacionado con la percepción de afecto o de conocimiento que de ellos tienen o tenían sus padres.

Educamos a los niños para que sean sinceros, pero a la vez les enseñamos a decir lo maravilloso que es un regalo aunque no les guste. ¿No resulta contradictorio?

Efectivamente es contradictorio. Tal vez sea más adaptativo enseñar a los menores a expresar lo que consideran más beneficioso para ellos y para los demás, y cómo valorar los beneficios y perjuicios de una información.