Síguenos en redes sociales:

Los acuarelistas se dan un baño de esperanza

Los acuarelistas se dan un baño de esperanzafoto: zigor alkorta

El historiador, pensador y ensayista inglés Thomas Carlyle desveló algo que, no por intuido, deja de ser verdad: una verdadera pintura del más pequeño hombre es capaz de interesar al hombre más grande. Viene al caso recordar sus palabras en días como el de ayer, cuando la Agrupación de Acuarelistas Vascos, que hoy preside María Eugenia Luzarraga, recreó la vieja tradición de reunirse en fechas invernales cercanas a la Navidad para exponer sus trabajos del año. Ayer lo hicieron en la galería de Juan Manuel Lumbreras, allá en la calle Henao, donde realizaron la exposición colectiva de pequeño formato, una muestra que año tras año sobrevive a las dificultades. No es fácil exponer hoy un trabajo de acuarela. No lo ha sido nunca pero la cultura popular, la cultura que respira el pueblo, sufre la tortura de la Inquisición cuando el dinero escasea.

La ocasión la pintan calva, dice la voz de la calle. Es una expresión que encaja de fábula en el desvelo de todos cuantos plasman su pasión en un lienzo con mayor o menor fortuna. La acuarela, además, trae aparejada una dificultad mayor: domar el agua que discurre por los pinceles hasta hacerse con sus movimientos.

En total son 144 acuarelas las que lucen en una galería de prestigio. Desde I love New York II hasta La escabechería. Plencia, pasando por La botella de ron, Africana, Etorkizunari begira II, Txoria, Todavía descansa la ciudad o Coche parado en calle de Chicago, los acurelistas vascos se dieron un baño de esperanza al ver su obra en los pedestales. No es fácil que repitan a lo largo del año, ya dije. Entre los ayer presentes en la inauguración de la muestra se encontraban José Antonio Arostegi, Juan Antonio Uriarte, Rosa María Stinus, José Luis Otaegi, Paz Espada, Esther Galarza, Andrés Mateo, el propio Juan Manuel Lumbreras, con su acuarela Arboleda, José Luis Molina, Julia Morquecho, Javier Otxoa, Santi Peláez, Richard Pérez, Justo San Felices, artista de renombre que se sumó a la exposición colectiva con su obra Anil; su hija Nagore San Felices, Maikol Núñez, María Jesús Martínez Salazar, Fernando Portilla, Ubaldo Serna, Vicky Zafra, Iñigo Sarria, Carmen Sánchez, Daniel Santos, Pilar Miranda, María Jesús Sojo y así suma y sigue, nombre tras nombre.

No aspiran a llenar su caja de caudales -quiere decirse que no aspiran con esta muestra...- puesto que los precios oscilan entre los 130 y los 300 euros. Son tarifas, también, de pequeño formato. A ellas se han sumado Igone Agirre, Mari Luz Fernández Trincado, Piedad Santamaría, Isabel San Juan, Mari Paz Muela, Pilar Campana, Carmen Carabias, Jone Arruabarrena, Laura Castrillón, Begoña Gorostiza, Montse González, Javier Sagarzazu, Alejandro Quincoces, uno de los grandes, Lola Orozco, Juan Carlos Lang, Isabel Larrauri, Charo Gabiña, Violeta Martínez, Manuel Beltrán de Heredia, Natalia Salinas, Miguel Ángel Ciruelo, Ángela Grijelmo, Txaro Gundín, Rosa María Gutiérrez, Eugenio Hervas, Anton Hurtado, Inma Igeregi, Julio Izquierdo, Jon Idigoras, Teresa Jordá, Armando Juez San Salvador, Marene e Idoia Lasagabaster, José Antonio López Ureta, Conchi Ororbia, Encarni Olea, Charo Ortiz de Zarate y un largo etcétera de hombres y mujeres que vieron, por un día, como su obra reluce a plena luz del sol de las galerías.