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El amor propio y otras técnicas de reproducción

El amor propio y otras técnicas de reproducciónPablo Viñas

Dijo el clarividente Voltaire que el amor propio, al igual que el mecanismo de reproducción del género humano, es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo. Así que no tenían por qué disimular, en la noche del pasado jueves, ni Iñigo Davalillo, creador e impulsor de la clínica especializada en técnicas de reproducción asistida Instituto Ginecológico iGin, ni Fernando Canales, master chef del restaurante Etxanobe (que me perdone el adjetivo: estoy abducido por la última corriente...) y autor de un cóctel fertilizante que presentó con la soltura del mejor showman del momento, sea quien sea. Ambos tienen razones para sacar pecho.

Pasemos a los pormenores. La clínica está ubicada con vistas al parque (en Bilbao solo uno es El Parque, escrito así, con mayúsculas y distinción...), en la calle Lehendakari Leizaola, 27. Ocupa alrededor de 600 metros cuadrados y cuenta con bárbaros adelantos, desde el time-lapse embrionario, hasta el diagnóstico genético preimplantacional, pasando por incubadoras para cultivo embrionario con baja concentración de oxígeno, laboratorios de andrología y fecundación in vitro, quirófanos y un sinfín de técnicas y maquinaria a disposición de quienes acudan a la clínica, amén de la ilusión que traen bajo el brazo las personas que aspiran al viejo axioma bíblico, aquello de "creced y multiplicaos".

Se creció también Fernando aunque no hiciese falta: es un gigante de la cocina. Pero su cóctel fertilizante resultó picantón. Así, los óvulos de champiñones los presentó coronados con un ajillo con forma de espermatozoide; los huevos de codorniz y el caviar de trucha, salmón ("la calidad de su semen es la mejor de los mares", advirtió Fernando) marinado con gel de anís, "afrodisiaco"; minibollos preñados, "pitza" caliente ("no hace falta explicación", puntualizó); embrión (caviar de pulpo), con el que recordó la capacidad procreadora del cefalópodo; la fertilidad de la patata con la trufa y jamón ibérico, "porque no puede haber un cóctel sin jamón"; las golosinas iGin, los antojos de fresa y chocolate y el óvulo vasco. Lo explicó todo con la concurrencia entusiasmada y encandilada.

¿Quienes formaban la concurrencia? De entrada, la familia de Iñigo: su amama Carmen Cristóbal, su madre, Carmen Bilbao, su pareja, María Elena Díez Razquin, su hermana, Leyre Davalillo y su padre, Alfonso Davalillo. Y a partir de ahí, María Luisa Arteagoitia, directora de Planificación, Ordenación y Evaluación Sanitaria del Gobierno vasco; José Andrés Gorricho, consejero delegado del IMQ; Nicolás Guerra, director de la clínica de esa misma casa; Fernando Astorqui, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, Iñigo Camino,Ricardo Franco, Connie San Sebastián, Blanca Uriarte, Isabel Peña de Nanclares, Isidoro Beltrán, Julián Gómez, Itiziar Gómez, Tomás Gainza, Javier Rojo, Virginia Corcóstegui, Mari Carmen Palacios, Guillermo González, Ángela Bernaola, Susana Orbe, Raquel Ramonde, Miren Urionabarrenetxea, Amaia Zarraga, vicerrectora de la UPV/EHU, Luis Manuel Renedo, Fermín Aranguren y un largo etcétera.