Getxo
Getxo está protegiendo su fuerte de La Galea. Lo está defendiendo de su principal enemigo: el paso del tiempo. Este histórico conjunto monumental se está sometiendo este año a diversas operaciones que tienen como objetivo su mantenimiento, y para ello se están siguiendo las pautas marcadas por el estudio arqueológico de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. La última de ellas ha sido la retirada de sus tres cañones para su restauración.
Fruto del acuerdo alcanzado con el Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Getxo, las tres piezas de artillería fueron trasladadas ayer al Museo Arqueológico de Bizkaia, situado en Bilbao, donde serán expuestos durante un tiempo -aún no se ha determinado- una vez hayan sido reparados. Los primeros trabajos consistirán en hacer una valoración del estado de conservación actual de los cañones y de estimación de la restauración.
El peso de cada cañón ronda las dos toneladas, por lo que para su traslado se requirió la intervención de una grúa y de varios trabajadores, que con mimo se ocuparon de las piezas. Todo ello provocó unas imágenes insólitas y muy llamativas en Getxo. De la procedencia de estos cañones poco se sabe a día de hoy. Sí se ha comprobado que están descontextualizados, ya que están fuera de su debido sitio, y ello ha llevado a los expertos a plantearse la incógnita de si realmente pertenecieron al presente fuerte o bien fueron trasladados al mismo en el momento en que este fue habilitado como establecimiento de hostelería a mediados del siglo pasado. De todos modos, los técnicos han considerado que debe procederse a su reubicación en un lugar más adecuado, para recuperar así su estructura original -la cureña y el carro- después de proceder a su correcta limpieza.
Actuaciones El plan de actuación en el fuerte este año contempla, en primer lugar, continuar con la investigación de doctorado por parte del Departamento de Mineralogía y Petrología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la EHU-UPV. El estudio determinará las causas del deterioro de la piedra y morteros de los distintos elementos. Por otra parte, se ha realizado el desbroce de toda la vegetación y limpieza de residuos tanto del exterior, es decir, del foso, como de los caminos, espacios diáfanos e interior de edificios. Del mismo modo, se ha retirado la vegetación que podía afectar a los muros y están en fase de contratación los trabajos de rehabilitación de la torre del faro. La finalidad es que los distintos elementos que componen el conjunto no sufran mayor desgaste por el paso del tiempo, ni nuevos desperfectos.
En el fuerte de La Galea existen un total de catorce troneras o cañoneras que se encuentran en un estado de conservación bastante óptimo, si bien adolecen de los mismos males del muro en el que se encuentran habilitadas: suciedad, vegetación, pérdida de bloques de piedra... Por ello, las medidas preventivas establecidas para la conservación del muro pueden también aplicarse a las troneras, de una forma casi idéntica.
Destruido en guerras Ambos elementos, muros y troneras, parece que fueron levantados en la misma etapa, relacionada directamente con la última reconstrucción del fuerte tras los daños que sufrió en el transcurso de las guerras napoleónicas (1812) y, nuevamente, durante la primera guerra carlista (hacia 1836). Las posibles alteraciones llevadas a cabo con posterioridad, en especial a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado, no parece que incidieran mucho en su estado de conservación, según los expertos de Aranzadi.