ZEBERIO

SUPERAR la barrera de los cien años de vida es todo un mérito digno de mención y todavía es un hecho aún más destacado si este nivel de longevidad es alcanzado por dos miembros de una misma familia. Es el caso de los hermanos Lorenza y Julián Uria Emaldi, naturales de la localidad vizcaina de Zeberio de apenas mil habitantes.

La mujer falleció el pasado 5 de febrero, con 106 años, mientras que el hombre, de 103, sigue viviendo en el caserío familiar del barrio de Areilza, al cuidado de su sobrina Felisa Bengoa Uria -hija de Lorenza- y su marido Miguel Ugalde Intxaurraga, ambos octogenarios.

"Siempre han llevado una vida muy normal y sencilla, trabajando en el campo y comiendo alimentos sanos y limpios", asegura Miguel. Otro envidiable denominador común entre los hermanos es que apenas han padecido enfermedades importantes. "Julián solo ha sido operado de hernia y de cataratas y hoy en día no toma ningún medicamento. Y Lorenza fue intervenida de las caderas cuando ya tenía 101 años", relatan.

Del paso de la anciana por el hospital recuerdan que el médico la aconsejó alimentarse un poco más para coger fuerzas y recuperarse mejor "y ella contestó que siempre había comido muy poquito y que mira hasta dónde había llegado". Ante ese irrefutable argumento, el doctor sonrió y no insistió más.

Lorenza tenía su propio elixir particular: el café negro con aspirina. "Tomaba tres al día. Por la mañana, por la tarde y por la noche. Decía que la daba energía". Y a la vista de los resultados, tampoco hay razones para dudar de su efectividad. "Era una mujer de bastante carácter, la que mandaba en casa. Tuvo bien la cabeza hasta el último día y murió aquí, en el caserío, tranquila".

El secreto de Julián, es según sus palabras, "trabajar mucho y comer poco". Ha dedicado su vida al trabajo en el campo y en el monte y al cuidado del ganado. "Siempre ha tenido una fuerza bárbara. Cargaba los camiones de aperos a mano y tenía mucha agilidad corriendo". Con 80 años todavía cargaba al burro con los aperos "y se iba a cortar hierba" y pasados los 90 "aún trabajaba en la huerta y daba de comer a los conejos y a las gallinas".

Ahora, su vida es mucho más tranquila y apacible "pero es una persona muy estricta con los horarios y las rutinas y, sobre todo, con las comidas. Nunca se pasa con los postres, ni en una celebración importante. Después de comer se echa una siesta, luego da algún paseo hasta la terraza y le distrae hablar con los vecinos".

Una de sus grandes aficiones ha sido siempre la pelota. "Le ha gustado mucho ver partidos de pelota en la tele y siempre ha sido un gran aficionado y seguidor de Titín. También ha visto muchos documentales de animales".

Vida sencilla y dura El matrimonio de Felisa y Miguel recuerdan que hace unos años "vino a casa una persona de la Diputación para conocer a Lorenza y a Julián y nos dijo que era un caso bastante excepcional que dos hermanos superaran los cien años".

Es, sin duda, un motivo de orgullo para la familia y máxime sabiendo las dificultades que han pasado sus dos seres queridos, sobre todo durante su infancia y juventud. "Nos han contado que la leche nunca les faltaba porque tenían ganado y recuerdan haber comido muchas castañas y talo, cuando había pan".

Lorenza se casó joven con 21 años y se fue a vivir a Galdakao "pero quedó viuda muy pronto, a los cuatro o cinco años su marido murió de una pulmonía y regresó a Zeberio para dedicarse a la casa y al campo".

Julián es soltero y desde que Lorenza, al enviudar, retornó al pueblo "siempre ha vivido con ella, se llevaban y entendían muy bien y estaban muy compenetrados".

La guerra fue, sin duda, un capítulo que les marcó. "De la entonces casa familiar del barrio de Berezia se tuvieron que trasladar a Lupardo, en Ugao-Miraballes, para estar más seguros y protegidos, pero cuentan que solo iban a dormir, durante el día acudían a Zeberio para cuidar de sus animales".

Una vida sencilla y con dificultades que, sin embargo, no hizo mella en la salud, la fuerza y el talante de estos dos hermanos. El fallecimiento de Lorenza, indudablemente, ha marcado a Julián. "Pasó unos días muy malos pero sigue adelante, con ganas y buen espíritu". Y sobre todo, al cuidado y con el cariño de sus seres queridos.