ANDA aún Bilbao a medio gas, con ese traqueteo propio de la máquina que arranca tras un tiempo sin usar. Da la sensación de que el regreso a la vida cotidiana se produce a cámara lenta, con perezosa parsimonia. No hay prisa por volver a la rutina que, como todos ustedes saben, es lo contrario a la pasión. La pasión, sí. No por nada, lo mejor del mundo lo han hecho siempre los diletantti, aquellos que hacen las cosas por deleite, por amor al arte y no por obligación o por oficio.

Dicho esto, comprenderán que Bilbao se desperezó ayer de la larga siesta con mucha parsimonia. Nada de grandiosidades. Y, sin embargo, lo vivido tuvo su interés. Sin ir más lejos, la Alhóndiga acogió el espectáculo Hemen hasten da istorioa, realizado por la compañía Celso y Frana. Acrobacias y música van transformándose en palabras para dialogar con el público a través de los libros. Javier Arakistain, María Ángeles Ortega, María Luisa Redondo, Maite Bilbao; los pequeños Mikel y Arkaitz Zarate, Ander Erdozain, José María Ortuzar, Cristina Aldekoa y Marga Palacios, entre otros, vivieron de cerca ese primer despertar de la ciudad a las artes.

El número entraba por los ojos, como todos ustedes comprenderán, sin grandes exigencias. Más atención requería seguir de cerca los II Encuentros con la investigación que se celebraron allá en Urazurrutia, donde Bilbao Arte emerge como un archipiélago a media cuesta. Juan Zapater, el director de la Fundación, paseaba entre salas momentos antes de que comenzase la charla propuesta por dos estudiantes de Bellas Artes, Andrea Burelli y Juan Ramón Calleja. Ambos presentaron en público sendos proyectos de investigación que han desarrollado para la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y que atrajeron a un buen puñado de curiosos que quisieron acercarse a la mirada crítica y sagaz de los artistas.

Andrea tituló su trabajo con un sugestivo nombre: Análisis de las aportaciones de la máscara en el arte contemporáneo en relación al concepto de identidad. Explica la creadora cómo su estudio analiza la máscara "como un lugar de contacto en el que se producen interacciones entre los individuos, y entre ellos y los códigos culturales que los alimentan, para indagar en sus posibilidades metafóricas como zona de interacción ambigua y plural". Traducido al cristiano: el estudio ahonda sus raíces en el arte contemporáneo y, sin embargo, basa sus fundamentos en el mundo de la filosofía, de la antropología, de la historia del arte, de la sociología y de otras disciplinas inherentes a las artes plásticas como la creación cinematográfica, la moda y el diseño.

Como contrapunto, Juan Ramón titula su investigación con otro nombre que da qué pensar: Desplazamiento y estetización en lo siniestro. El artista centra sus pesquisas en una pregunta: ¿qué ocurre, formal o emocionalmente, para que ciertas imágenes produzcan un rechazo o un bloqueo consciente o inconsciente en el espectador? para lanzarse a la búsqueda de aquello que permanece oculto o pasa desapercibido. Pilar Idirin, Iñaki Gálvez, Concepción Peredo, Blanca Luz Ruiz y Maite Bengoa se acercaron a conocer el desenlace de ambos misterios: las máscaras y lo siniestro.

Es curioso y caprichoso el azar. Apenas media hora después de que ambos artistas comenzase a hablar, el Colegio de Abogados de Bizkaia que preside Nazario Oleaga comenzó la proyección de Todos los hombres del presidente, un clásico dirigido por Alan J. Paluka e interpretado por Robert Redford y Dustin Hofman entre otros grandes. Digo curioso y caprichoso porque pocas situaciones requieren más máscaras y viven más situaciones siniestras que un gabinete presidencial. Y mientras las casualidades se daban de bruces con la realidad Bilbao fue estirándose y estirándose hasta el despertar definitivo.

A la espera de que la ciudad despegue definitivamente, solo el arte fue capaz de madrugar. En plena crisis y con tanto en juego, no hay quien renuncie, pudiendo, a la Semana de Pascua encadenada a la Semana de Pasión. Es lo que nos toca vivir: malos tiempos, malas caras, malos sueldos y poca, muy poca decisión a la hora de dar un paso al frente.