Zalla
En estos últimos años, nada como Zalla me ha hecho tanto bien. Pienso en esa temporada pasada en Zalla como un tiempo por el que tendré que dar gracias a Dios toda mi vida". Zita de Habsburgo recordaba así en una carta su estancia en el municipio. En su primera visita en 1922 desde su hogar en el exilio de Lekeitio se quedó prendada del paisaje y de sus gentes. Tres años más tarde, cuando los problemas de salud la aconsejaron respirar aire fresco, se estableció en el colegio de las Madres Irlandesas.
La última emperatriz de Austria y reina de Hungría es uno de los nombres femeninos más ilustres asociados a Zalla. Participantes en un taller del área de Igualdad del Ayuntamiento se han sumergido en la historia local para reivindicar su memoria y la de otras mujeres que nacieron sin un título, pero se lo ganaron a lo largo de su vida. "No es cierto que detrás de un gran hombre haya una gran mujer. Las 40 que hemos incluido en el proyecto fueron muy importantes por sí mismas", defiende Marisa Sánchez, la coordinadora de un trabajo de investigación que empezó en octubre y aún no ha terminado. "No pensamos que daría tanto de sí", aseguran tras exponer la información recabada hasta la fecha en una conferencia organizada en la Kultur Etxea con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Han conseguido reescribir biografías apasionantes a partir de unas pocas referencias apuntadas en un folio en blanco "preguntando a unos y a otros, acercándonos a sus familias o recordando, porque a algunas sí las conocimos", apuntan las 25 investigadoras.
La ¿bruja? Tirando del hilo se han remontado hasta el siglo XVIII. La reseña más antigua corresponde a Silveria Bringas, relacionada con la ermita de San Pedro Zarikete. También se pierde en el tiempo la historia de Lucía de Aretxaga. La leyenda atribuye poderes curativos y adivinatorios a esta anciana que vivía cerca de la ermita de San Pantaleón y habría sido quemada en la hoguera por la Inquisición acusada de brujería. De este y otros relatos procede el sobrenombre de brujos que se adjudica a los vecinos de Zalla. Sin embargo, parece ser que en realidad la infortunada mujer perdió la vida calcinada en un horno de pan al que se había echado a dormir, ya que vivía de la caridad.
Las 'todoterreno' Mejor documentadas están las vivencias de otras protagonistas de este "homenaje a las mujeres que han forjado la identidad de nuestro municipio" que demostraron ser auténticas todoterreno, trabajando dentro y fuera de casa para subsistir. A Sinforosa Saiz Ezquerra la conocía todo Enkarterri. Nacida en 1908 en el barrio de Otxaran, y la mayor de 12 hermanos, se buscó la vida repartiendo pescado por la comarca a lomos de su burro. Solo la amputación de una pierna la retiró.
El marido de Victoria Nuñez era empleado de la papelera. A su muerte, la viuda comenzó a interesarse por los remedios caseros y la medicina natural. Su fama llegó a oídos del mítico futbolista Telmo Zarra, quien no dudó en ponerse en sus manos. Victoria siempre se negó a cobrar por su trabajo y falleció en 1999 a los 91 años.
María Zorrilla recibió el apelativo de La recadista por sus continuos viajes en tren a Bilbao para cumplir gestiones de los vecinos. Otras se incorporaban a las fábricas locales con 13 ó 14 años y al contraer matrimonio se veían obligadas a firmar un compromiso de permanencia en la empresa. Mientras, compaginaban los turnos con el cuidado de la familia, incluyendo padres, madres, suegros y otros parientes que vivían solos.
La primera conductora Petra Eguía pasó a la posteridad como la primera vecina en sacar el carnet de conducir el 2 de enero de 1938, en plena Guerra Civil. Esa mayor independencia le permitía colaborar en la panadería familiar, ya que los hombres habían sido llamados a filas. Petri, como era conocida cariñosamente, no solo transportaba pan, sino que también prestó su ayuda para traslados urgentes al hospital. Celes Ruiz se desplazaba por Zalla en bicicleta con sus tres hijos para cumplir con el reparto diario de periódicos. Hasta que esta viuda emprendedora abrió el primer kiosko local.
La 'madre' de medio pueblo El municipio ha sabido reconocer la huella que han dejado estas mujeres. La maestra Consuelo Robredo tiene una calle en Aranguren, donde dio clase de matemáticas, geografía o costura entre las décadas de los 30 y los 50. A Carolina Renobales le dedicaron una plaza. Natural de Artzentales, llegó a Zalla al cumplir la mayoría de edad para trabajar en el servicio, aunque se volvió imprescindible como comadrona. Entre 1916 y 1966 trajo al mundo a miles de niños sin pedir más retribución que la voluntad. Ella misma dio a luz a siete hijos y murió en 2004 a los 106 años.
Las irlandesas La investigación no podía olvidarse de las Madres Irlandesas, que fundaron su colegio de Zalla en 1900 con el objetivo de formar gratis a las niñas de la zona. En agradecimiento, los padres paliaban la escasez de recursos económicos de las monjas dándoles huevos, gallinas o leche. En 1903 un obispo australiano puso la primera piedra del edificio que hoy pertenece a los Hermanos Maristas. Durante la Guerra Civil, el centro se transformó en un hospital que visitó Dolores Ibarruri, Pasionaria. Muchos años después el Ayuntamiento bautizó con el nombre de las Irladesas una céntrica plaza.
Las actuales... y futuras Quién sabe si dentro de unos años habrá otro homenaje para las luchadoras actuales. "Nuestro trabajo no acaba aquí. Cualquiera que quiera aportar nuevos datos puede acudir a la Kultur Etxea de Zalla el miércoles a las 19.00 horas o ponerse en contacto con el área municipal de Igualdad en el teléfono 94 667 10 39. Además, nos gustaría organizar otra presentación en junio para contar las nuevas averiguaciones", informa Marisa Sánchez, la coordinadora del proyecto.
"No sabría especificar cuál es la mujer más joven de la que hablamos. Sí que hacemos mención a las chicas que tienen que salir a buscar trabajo al extranjero por culpa de la crisis", apostilla. Con la mitad del valor de sus antecesoras sabrán salir adelante.