TELMO' y Goliath son dos cariñosos canes cuya vida ha estado marcada casi a partes iguales por la irresponsabilidad de unos dueños humanos que un buen día les acogieron en su seno familiar para después deshacerse ignominiosamente de ellos y por otro por el cariño inestimable del grupo de voluntarios y voluntarias que les atendieron, primero en la clausurada perrera Capegabi de Santurtzi y ahora velando por ellos en los centros de acogida donde les atienden.

Una labor que aunque no tiene precio desgraciadamente tiene un coste que ronda los 200 euros al mes para que los centros de acogida de Quincoces de Yuso, donde reside Goliath -un mestizo de villano de las Encartaciones- y de Getxo, donde se encuentra el perro de raza bretón, Telmo, atiendan todas sus necesidades de hogar y manutención.

Para hacer frente a esta contingencia económica, un grupo de voluntarios animalistas organizó ayer en la plaza Otxartaga de Ortuella un rastrillo solidario que tendrá continuidad hoy."Son cerca de 200 euros al mes gracias a que nos conocen por nuestra labor de voluntariado y nos hacen un precio especial y porque aunque tenemos una tercera perrita, Argi, una pitbull de 2 años, esta está atendida de momento por un voluntario a la espera de que pueda ser adoptada", explica Nekane, una de las voluntarias que junto a Giovanna, Gabi, Xabi, Borja o Iñaki, pusieron ayer en marcha un rastrillo solidario en la plaza Otxartaga de Ortuella con el fin de recaudar fondos para estos animales, los únicos de los 30 con los que contaba la clausurada perrera Capegabi de Santurtzi y a los que confían en poder encontrar en breve un hogar donde se les aprecie y quiera.

"A esta cantidad hay que sumarle de manera regular los gastos del veterinario que se encarga de controlar su estado de salud y las vacunas que se les debe suministrar", reseña Nekane ante la atenta mirada de Gabi, una voluntaria veterana de Capegabi que ante el cierre inminente de las instalaciones santurtziarras no dudo en dar un compañero a su perro Pintxo.

"Tengo debilidad por los perros de caza a los que sacaba habitualmente de paseo en Santurtzi y al conocer a Rocky, un setter irlandés, no esperé al cierre de la perrera para llevármelo. De eso hace casi un año y el bueno de Rocky se ha convertido en mi sombra", comenta Gabi.

Esta voluntaria, y sus compañeros, que ahora mismo luchan por recoger firmas suficientes para solicitar al Ayuntamiento de Santurtzi un terreno -en la zona de Villar o en Ranzari o en Balparda- donde alojar a los perros abandonados de la zona, son la cara amable de la amarga situación por la que pasan muchos canes.

Peleas Hay situaciones sobre las que algunos testimonios ponen los pelos de punta. "Ahora mismo circula en las redes sociales el caso de una perrita Bianca, de apenas cuatro meses, que ha sido utilizada como sparring en peleas de perros y a la que ha habido que hacer varias operaciones en la mandíbula, ya que la tenía totalmente desgarrada y ni siquiera podía cerrar la boca", relata encorajinada Giovanna. Sin duda, este es un caso extremo de crueldad con los mejores amigos del hombre y por desgracia no hace falta irse a la España profunda para encontrar casos ilegales de peleas de perro porque, tal como relata uno de los voluntarios -que prefiere mantener el anonimato, pues aún sigue intentando detectar el lugar exacto de los crueles combates- "hay peleas aquí mismo en la Margen izquierda. Hemos sabido por algunas personas la zona donde tienen lugar estas peleas pero aún no sabemos en que lugar exacto se dan, por lo que no podemos denunciarlo", indica.

Pero no solo preocupa el bestialismo de quienes disfrutan viendo el enfrentamiento de los canes sino también la crueldad de los dueños que sin ningún rubor abandonan a estos animales que tanto cariño prodigan a su dueños. "Todavía estos días ha aparecido atado a una cuadra cercana a las antiguas instalaciones de Capegabi otro perro y otro perro de caza anda merodeando por el lugar con toda la pinta de estar abandonado", relata Gabi.

Hoy, Rastrillo Para afrontar las consecuencias de esta actitud inhumana, los voluntarios montaron ayer un rastrillo en los bajos cubiertos de la plaza de Otxartaga. Allí, desperdigados en estantes, colgadores y mesas, aparecían objetos de todo tipo. Ropa, complementos, bisutería, libros, música, películas, objetos de decoración, juguetes, electrodomésticos y un sin fin de adornos y productos curiosos que, a precios irrisorios -de uno a 15 euros-, fueron desapareciendo de los estantes colocados por estos amantes de los animales que repetirán la cita hoy domingo entre las 10.00 y las 20.00 horas.