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La fragua donde forjarse un futuro

La fragua donde forjarse un futurofoto: j. m. martínez

Forjarse hoy un futuro es oficio de modernos herreros; un trabajo tan duro como aquel de entonces, cuando en los tiempos medievales el martillo golpeaba el yunque y de la herrería salían Excalibur, Durendal (cuentan los cantares que albergaba en el interior de su empuñadura reliquias como un diente de San Pedro, sangre y cabellos de San Basilio y un retal del manto de Santa María...) y la legendaria Caladbolg de Fergus Mac Roigh; espadas que han cruzado los umbrales de su tiempo para entrar en la historia, bien real o bien imaginaria. ¡Qué más da!

Entre las fraguas de hoy en día donde templar el acero del porvenir se encuentra Itzarri Consulting Gestión del conocimiento, S. L. L., un lugar donde se trabaja sobre la confianza para crear grupos de trabajo sólidos como una roca y la formación de líderes, identificados a través de su personalidad. Para ello emplean el eneagrama, una antiquísima teoría psicológica, que algunas fuentes, sin confirmar, ubican hace más de 2000 años en Afganistán y Babilonia y que ha llegado hasta nuestros días pasando por los griegos, Pitágoras, y los primeros cristianos, siendo transmitida por la tradición oral sufí. Sea como sea, al decir de quien lo ha probado, la fórmula funciona.

De la mano de Koikili Lertxundi; su padre, el consultor senior de la empresa, Jabier Lertxundi; Oihane Eriz, Jenifer Soubies, Xabier Lertxundi y Zihortza Mendizabal, Itzarri Consulting sobrevive en estos tiempos duros y va, incluso, más allá: logra que otras empresas vean la luz. Ayer todos ellos acudieron, como no podía ser de otra manera, a la sala Bastida de la Alhóndiga, donde se celebró la entrega de los Itzarri Sariak 2013, galardones que recayeron en Herri Torrontegi, por su hábil manejo del servicio Good Job (conocer la personalidad de cada cual para identificar sus virtudes...) y de este modo poder gestionar su empresa Racing Tolua de forma óptima; la empresa de telecomunicaciones Cabelec, ubicada en Sondika, donde se ha formado un equipo desde la confianza común, una suerte de todos para uno y uno para todos que practican Maite Berriozabal, Maider Uribe o Fernando Ruiz entre otros, llegando al Besteam, y la asociación de euskera Berbaro de Durango, en cuyos lomos se posó euskal coaching de este año a la hora de formar a entrenadores para que dirijan equipos de fútbol en la lengua de Aitor. Maite Berriozabal y Maider Uribe fueron las encargadas de recoger la distinción en un acto amenizado por los ecos de la txalaparta y la actuación chiripitifláutica de Anjel Alkain, mientras Udane Goikoetxea marcaba el ritmo de la gala desde el atril.

Testigos de cuanto les cuento fueron, entre otros, los jugadores del Athletic Iñigo Ruiz de Galarreta y Borja Ekiza; el legendario José Ángel Iribar, quien siguió de cerca la ceremonia junto a Igor Gabilondo; Miguel Ángel Peña, Shelma Ortega, José Esteban, Iñaki Mendizabal, Sabin Goirigolzarri, Txento acompañado por María Jesús Ondarra, Itziar Gorospe, el escritor y artista Jon Alberdi, quien ha diseñado los premios entregados en la tercera edición de los premios; Javier Ormazabal, los pelotaris Iñaki Iza y Mikel Urrutikoetxea, Aitor Basaldua, Josu Madariaga y un buen número de asistentes que disfrutaron de una tarde bañada en euskera y en una manera de mirar al mundo desde las ventanas del optimismo.

Fue y vino la tarde, insisto, entre emociones. Se balancearon en ella Roberto Lertxundi, Igor Muguruza, Javier Beltrán, Izaskun Garay, Markel Urizar, Amaia Atxalandabaso, Humberto Pérez, Begoña Cuevas, Txomin García, Esther Martín, Ana Errasti, Agustín Ruiz Larrigan, presidente de la Federación Vizcaina de Ciclismo; Patxi Torregrosa, Alain Gendiaga, Inge Zubialde, Txema Añibarro, Raúl Navas, Arantza Etxebarria, Xabier y Oihane Goienetxe, Luis Ángel del Río, Beatriz Carrero, Arkaitz Alonso y un buen número de invitados que disfrutaron de una tarde marcada a fuego por el optimismo.

Lo dije en los comienzos: puede forjarse una espada para enfrentarse a los dragones de siete cabezas, las siete cabezas de la crisis. Hace falta, sobre todo, fe. Fe y una voluntad inquebrantable en las cualidades propias y en las ajenas. En que todos juntos son, somos, capaces de todo.