Santurtzi
Un niño sentado, esperando a que la caña que mantiene en el agua se mueva indicando que algún pez ha picado el anzuelo, recuerda cada día a los santurtziarras hasta dónde llegaba la mar. Ahora, la caña de esta figura de hierro cuelga sobre el verde césped del parque central, pero hace cien años, el agua salada llegaba casi hasta la puerta del actual Ayuntamiento.
Santurtzi celebró los últimos días de diciembre el centenario de su puerto pesquero, aquel que le otorgó su tradición marinera y que ha forjado la vida de sus vecinos a base de arrantzales, sardineras, rederas y sus deliciosas sardinas. Cuentan quienes conocen al dedillo la historia de Santurtzi que los primeros documentos de la iglesia de San Jorge la sitúan en una isla. "Eso nos indica que había momentos en que la marea subía tanto, que se quedaba completamente rodeada por agua", explica Carlos Glaria, técnico del Ayuntamiento de Santurtzi.
La localidad marinera mostró a los vecinos una exposición con 40 fotografías de la transformación portuaria. Es difícil imaginarse el Santurtzi de hace un siglo. "Ha cambiado mucho el pueblo". Junto a la iglesia, desde lo alto de una torre ya desaparecida, vigilaba el piloto mayor la entrada de los navíos por la peligrosa barra de arena, que se desplazaba desde el templo santurtziarra hasta Arrigunaga. Y era caprichosa esta peligrosa barra, ya que variaba su posición en función de las mareas o las corrientes.
Arrantzales de Santurtzi, Algorta, Portugalete y Zierbena hacían a la vez funciones de pilotos para ayudar a las embarcaciones que se dirigían a puerto a entrar y salir de la costa vizcaina, tan temida en la época por los numerosos barcos que finalizaban su travesía encallados en la barra de arena. El primer destino de estos navíos era el puerto de Portugalete. Y es que, a pesar de que Santurtzi contaba con el municipio y la parroquia más antiguos de la comarca, la orilla de Portugalete otorgaba un mayor abrigo a las embarcaciones. Así, la puebla de Portugalete se elevó a villa, dejando la brava mar de la costa santurtziarra alejada de las embarcaciones.
Los cambios comenzaron a llegar a Santurtzi tras desanexionarse de Ortuella, en 1901. Cuatro años después se creó el nuevo Ayuntamiento y la conclusión de las obras del relleno donde en la actualidad se encuentra la estatua de Murrieta. Fue en 1906 cuando el puerto pesquero comenzó a tomar forma respondiendo así al movimiento arrantzale que desde los inicios se ha vivido en Santurtzi. Seis años más tarde, en 1912, culminaron los trabajos de lo que hoy en día es el puerto santurtziarra.
Primero se eliminó la barrera de arena, canalizando la ría y construyendo el famoso Muelle de Hierro, que celebra este año su 125 aniversario. La costa comenzó a rellenarse en Santurtzi, en primer momento, desde Peñota y hasta el rompeolas. "Después, en pleno siglo XX, se construye el superpuerto y se sigue rellenando la costa hasta Zierbena. El puerto pesquero nace en ese contexto de rellenos, y se hace un puerto importante", explica Glaria.
La actividad pesquera, que hasta entonces contaba con 6 vaporeras y 20 traineras, comenzaba a despuntar en el municipio gracias al nuevo puerto. Su mayor calado y las condiciones de amarre permitían llegar a la orilla a barcos más grandes y con mayores capturas. El devenir de los barcos, el sonido de las campanas anunciando la llegada de la pesca y el trajín de las sardineras se apoderaron de las instalaciones, donde en 1916 se fundó la recientemente renovada cofradía de pescadores. La reforma también había dejado el espacio necesario para extender y arreglar las redes de los pescadores. Era tan importante la actividad en los traques santurtziarras que, según apunta Glaria, se llegó a crear un proyecto para que el de Santurtzi fuera el puerto pesquero principal de Bizkaia. "Tras su construcción, era el que proporcionaba mejor abrigo que el resto de los puertos vizcainos y además se encontraba en una zona muy poblada con buenas comunicaciones al exterior", recuerda. Finalmente, la industria tuvo más peso y el proyecto se quedó guardado en un cajón.
La pesca en Santurtzi tuvo un desarrollo muy importante en los años setenta y ochenta. Abundaban las sardinas y las sardineras recorrían Bizkaia vendiendo el pescado para llevar dinero a casa. La actividad en la cofradía no cesaba. De subasta en subasta. Peseta arriba, peseta abajo. Pero el paso de los años desinfló la actividad que provenía de la mar y, poco a poco, el sector pesquero perdió fuerza en la costa santurtziarra. "Ha ido a menos pero todavía está vivo", subraya el director del SKA. "Y que dure".
Tributo a un sentimiento El puerto mantiene el amarre de ocho pesqueros que a diario faenan en las aguas cercanas a Santurtzi. Después, venden sus productos frescos en la lonja de venta de pescado que este mismo año se ha habilitado a los pies de la nueva cofradía de pescadores. El puerto que permanece intacto desde hace 100 años es ahora más que suficiente para acoger a la nueva generación de arrantzales "y sobre todo, es una garantía para saber que si un día regresa la fuerte actividad en el sector, vamos a tener un puerto capaz de soportarlo".
Y es que el sentimiento arrantzale, ese que ha hecho popular a la localidad con el sobrenombre de marinera -junto a sus deliciosas sardinas- perdura y perdurará entre sus vecinos. De ahí que el Ayuntamiento haya puesto en marcha este "humilde pero muy sentido homenaje a nuestras tradiciones", apunta Ricardo Ituarte, alcalde de Santurtzi. "Siempre hemos mirado a la mar y tenemos que seguir haciéndolo, aunque ahora sea de una manera diferente". La estela de este centenario sobre el agua salada marcará el camino para otros cien años más.