Güeñes
LOS 19 premios que la asociación Eoalak ha ganado en el certamen estatal de avicultura celebrado recientemente en Alba de Tormes, Salamanca, y su participación en el campeonato europeo que acogió la ciudad alemana de Leipzig hace unas semanas han reforzado el trabajo de este grupo de avicultores que hace seis años unieron sus fuerzas para evitar la extinción de la euskal oiloa y la euskal antzarra.
Además, su presidente, Miguel Ángel García, se alzó con el título de mejor criador de avicultura del año en el campeonato estatal, un premio que trajo orgulloso a su caserío de Güeñes. Allí empezó su cruzada para impedir la desaparición de estas especies autóctonas, que culminó con la constitución de Eoalak. Aunque el peligro permanece, el colectivo ha logrado que se reconozca la singularidad de las razas a nivel europeo.
"Yo he nacido en un caserío. De pequeño cuidaba las gallinas de mis padres", cuenta Miguel Ángel García. Con el tiempo comenzó a adquirir ejemplares de las cinco variedades de euskal oiloa: gorria, zilarra, beltza, marraduna y lepasoila y a investigar sus orígenes mientras intenta que la gallina llodiana ingrese en esta lista.
euskal oiloa en Canadá Los cien socios que integran Eoalak acuden a numerosas ferias a lo largo del año -entre ellas la monográfica de Güeñes- e imparten cursos de morfología que instruyen sobre los estándares de la raza a los criadores. También resuelven las dudas que se les puedan plantear a través de los foros virtuales que les mantienen en contacto permanente por internet y los teléfonos móviles. La tecnología les ayuda a salvar la distancia, ya que muchos viven en Iparralde o Hegoalde. Y más lejos. Un vasco que emigró a Canadá introdujo allí la euskal oiloa y hoy un avicultor del país interesado en la raza forma parte de Eoalak.
El interés que les mueve es el mismo en todos los casos: defender la avicultura tradicional. "La entrada de las gallinas industriales en los años 60 amenazó la euskal oiloa", denuncia Miguel Ángel García. Su irrupción sacrificó otras características de la gallina autóctona en favor de una mayor producción. "La euskal oiloa pone menos huevos durante más tiempo. Son unos 200 al año, mientras que las industriales pasan de los 300 y dejamos más libertad a las gallinas para que campen a sus anchas por la calle. Al final eso se nota en la calidad de los productos", compara el avicultor de Güeñes.
A pesar de la crisis y de que "no recibimos ayudas institucionales y la avicultura es un hobby para nosotros", la asociación Eoalak no renuncia a seguir animando a los baserritarras a que se hagan con ejemplares de euskal oiloa y euskal antzarra para que estas especies vuelvan a poblar las granjas como siempre han hecho.