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¿A qué sabe Bilbao...?

¿A qué sabe Bilbao...?J.M.M.

A qué sabe Bilbao...? No hay inteligencia que dé con el nombre exacto de esas cosas, por mucho que Juan Ramón Jiménez se lo pidiese con pasión de poeta. Es difícil dar con una respuesta justa, sobre todo, porque Bilbao está bañada en mil y una cocinas, en miles y miles de sabores. Y, sin embargo, Javier Urroz, Premio Nacional de Gastronomía y crítico del yantar, se ha cargado de audacia para presentar su último libro: El sabor de Bilbao. ¿Hay solo uno...? Por supuesto que no. Lo que hace el escritor es bucear en su memoria y recorrer los rincones de la ciudad para dibujar una radiografía del sabor de Bilbao del siglo XXI, un tiempo que se distancia un tanto de la Edad de las Cazuelas. Hoy todo es más sofisticado.

Incide Javier en aquellos rincones ocultos de la villa, en los sabores que han permanecido secretos para la inmensa mayoría, con la intención de dar con el dardo en la diana de la originalidad. Lo logra, pero no es intención de estas notas a vuelapluma desentrañar el misterio y arruinar la venta. Diremos, eso sí, que el libro cuenta con el prólogo del alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, y que acaba de ser presentado en hotel Sercotel Coliseo que dirige Álvaro Sainz Bernuy. A la cita se sumaron el concejal más slowfoodiano que se conoce, Mariano Gómez; cocineros de la talla de Josemi Olazabalaga, Fernando Canales o Javi García, entre otros; José Mari Losa, amo y señor del Guetaria;Carlos Díez, Luis Carlos Sainz, Covadonga Fernández, Marino Montero, Elena Marsal, Manu Orozco, embajador plenipotenciario de la Fundación Vicente Ferrer en Bilbao; Isabel Jiménez, Alicia Garmendia, Ignacio de Diego, Carlos Veiga, Javier Sainz, Borja Samaniego, los hermanos Edu e Iñaki Bustamante, Joseba Aranguren y un buen número de gente aficionada a la buena mesa y que disfruta con el descubrimiento de tesoros gastronómicos semienterrados entre los manteles del botxo. En ello, Javier ha demostrado ser todo un sabueso, un hombre capaz de perseguir cualquier pesquisa para dar con una maravilla para el paladar. La obra, redondeada con fichas precisas para ejercer de guía, es la viva prueba de su habilidad. Si lo prueban lo comprobarán.