Bilbao. Han pasado tres años desde que el edificio que albergaba la Residencia Reina de la Paz en Sarriko fuera derruido. BBK decidió tirar abajo el inmueble de once plantas para levantar un edificio de nueva construcción al no cumplir el anterior la normativa del Gobierno vasco en materia residencial. El resultado es un edificio moderno, sostenible, que cumple las normas de adaptabilidad, pero, sobre todo, un edificio con vocación de responder a las necesidades futuras.

Con esas premisas, el equipo de Idom ha diseñado un inmueble totalmente modular que permite dividirse y transformarse en más de un edificio o incluso pasar de residencia para mayores a apartamentos para jóvenes sin necesidad de hacer ninguna obra. Es lo más parecido a un puzzle a tamaño real. En enero, los mayores, residentes del Reina de la Paz, volverán a la residencia.

Desde la azotea, revestida con una hierba artificial, se puede ver la torre de BEC o incluso la escalera de caracol de Cruces. Las llaves son electrónicas, lo que permite conocer, en caso de necesidad, quién es la última persona que ha entrado o salido de una habitación. Tampoco son habitaciones al uso sino apartamentos de 45 metros metros cuadrados cuando son compartidos y de 28 metros cuadrados los individuales. Tienen habitación, sala, baño y cocina, aunque en un primer momento no está equipada. Esta nueva residencia totalmente modular se ha construido con la filosofía de responder a las necesidades de los más mayores en estos momentos, pero que con el tiempo terminará dando respuesta a otras necesidades, según explica Jorge Morquecho, director de la Obra Social de BBK.

"En estos momentos, las residencias para mayores ni siquiera se llenan. Por eso, nosotros teníamos el compromiso de construir de nuevo el Reina de la Paz, pero ya no se van a admitir más altas. De esta manera, suponemos que en unos cuatro o cinco años la población de este centro se estabilizará en unas 60 personas y el resto del edificio reconvertirá sus usos bien en apartamentos para jóvenes, dependientes u otras necesidades que puedan surgir".

Patxi Sánchez, responsable de Construcciones de Idom, entendió perfectamente la versatilidad que debía tener el edificio para que, a medida que fueran avanzando los años y cambiando su servicios, pudiera ir adaptándose sin necesidad de tener que hacer obras.

En este momento, el edificio en U cuenta con 168 apartamentos con una capacidad máxima para 308 usuarios. 32 apartamentos están preparados para jóvenes con problemas de emancipación. Para ello, el edificio tiene accesos independientes. En este sentido, tanto Morquecho como Sánchez explicaban que "el edificio es modular hasta el extremo de que en un escenario hipotético futuro podría quedar totalmente reconvertido en apartamentos".

detalles cuidados El edificio de 20.200 m2 construido por José Antonio Olabarri ha conseguido integrarse perfectamente en el barrio, aprovechando además los recursos de Sarriko. De hecho, desde las terrazas, los mayores y los jóvenes que habiten en estos apartamentos tendrán la posibilidad de disfrutar de la música que más de una vez sacan a la plaza los alumnos del conservatorio.

Ya en el interior, el arquitecto de esta obra, Javier Aja, ha cuidado todos los detalles atendiendo al público al que está dirigido. "La hierba artificial, por ejemplo, es de pelo bastante corto para evitar que los mayores que tienen dificultades de movilidad puedan tropezar", señala Patxi Sánchez. El edificio está dotado de cámaras de vigilancia en las zonas comunes, de manera que si a alguno de los residentes le ocurriera algo, el personal del centro estaría al corriente.

Con mucha luz y en un ambiente agradable, el edificio en verde pistacho consigue sin lujos, pero con calidad, convertirse en un hogar con todas las comodidades y confort. "La calefacción es a través del suelo y además el edificio tiene aire acondicionado", apunta Jorge Morquecho. No son los únicos detalles de este edificio, los mayores podrán compartir su vida en la biblioteca, o en los salones de la primera planta. Incluso el comedor está distribuido con mesas dispuestas de cuatro en cuatro para conseguir ambientes más íntimos. Aprovechando la estructura del propio edificio, las estancias son muy generosas en luminosidad y solo en los casos en los que es necesario guardar cierta intimidad se colocarán cortinas que permitan salvaguardar la vida del interior.

Además, una zona de estancia en la propia calle con bancos de madera permitirá a los mayores estar totalmente integrados en el barrio, como siempre ha ocurrido con esta residencia. Por la noche, la estancia exterior perfectamente iluminada favorecerá que los mayores aprovechen las noches de verano.

Lo cierto es, según reconoce el responsable de la Obra Social de BBK, que el importante costo que ha tenido el edificio ha sido algo menor al haber caído los precios de la construcción por la crisis.

El edificio está terminado y ya restan retoques de mobiliario y la licitación del contrato que llevará el centro para que vuelva a tener vida. Solo los dos cajones en la entrada, de algo más de 700 metros cuadrados, quedarán preparados pero sin que, por el momento, tengan un uso concreto. "Queremos que sea un uso externo a la residencia. Un espacio que pueda ser utilizado por los vecinos del barrio, pero aún tenemos que decidir qué actividades podemos emprender aquí", apunta Morquecho.

A la responsable de atención residencial de BBK, Itziar Unanue, solo le queda esperar que los mayores estén contentos.