BILBAO

CUANDO Urko era pequeño y vivía en Bilbao deseaba que llegara el fin de semana para ir al caserío familiar de Mungia. Allí, en las campas de Basabalta, jugaba con los perros y se fundía con la naturaleza. "Siempre me han gustado los animales y he tenido mucha afinidad con ellos", confiesa. Hoy en día, casado, con dos hijos y a punto de cumplir los 39 años, le sigue atrayendo la vida animal, aunque sus preferencias han cambiado. Desde hace unos años le tienen "cautivadas" las aves rapaces. Tanto es así que está consiguiendo dejar su antigua profesión de fontanero para convertirse en un experto en el arte de la cetrería. Urko compagina las exhibiciones con rapaces en ferias medievales con el trabajo como cetrero en el aeropuerto de Loiu. Además ha puesto en marcha unos talleres de "concienciación ambiental" que imparte en centros escolares. Y de vez en cuando es requerido por una pareja de novios para que el día de la boda aparezca con un águila que deposite los anillos de compromiso en el interior de la iglesia. Fruto del trabajo que desarrolla en el adiestramiento de aves rapaces, el día 14 se proclamó campeón de España con un gavilán que cuida y mima en el mismo escenario donde de pequeño correteaba los fines de semana y donde ahora vive todo el año.

Urko dice que su pasión por las aves rapaces era algo que "tenía guardado en la recámara" desde que era niño. Sin embargo, no fue hasta hace siete años cuando comenzó a meterse de lleno el mundo de la cetrería. Los ratos libres que le dejaba el trabajo como fontanero los empleaba en formarse como cetrero a través de libros e internet. Poco a poco fue haciéndose con unos conocimientos y una "flota" compuesta por 15 aves rapaces. Así hasta que un día se "lanzó" a convertir su afición en profesión. "Todavía no puedo hacerlo al cien por cien porque lo tengo que compaginar con mi oficio anterior, pero poder vivir de lo que a uno le gusta es un privilegio", reconoce. Para ello ha exprimido su imaginación. Al margen de las exhibiciones que realiza "a la carta", en los pueblos, en las ferias medievales o en las bodas, ha montado unos "talleres de concienciación ambiental" dirigida a los niños. Este es un proyecto por el que no disimula su entusiasmo. "Con esta experiencia en las aulas", explica Urko, "trato de que los escolares conozcan a través de la aves rapaces lo que es la cadena de la naturaleza, para que luego respeten el entorno que nos rodea". Gracias a ese "enfoque didáctico" que Urko aporta a los talleres y a sus exhibiciones, la niños salen encantados. "Para ellos", prosigue Urko", "el poder hacer volar a un pájaro que tienen en su mano es una sensación muy grande que la recordarán toda su vida".

Tenaz Es la misma sensación que sigue teniendo Urko cada vez que se posa sobre su brazo alguno de los halcones, gavilanes, azores o cernícalos que cría en el caserío. "Esto es como tener una parte de la naturaleza salvaje en tus manos", define. Pero no es tan fácil como parece. Para que las rapaces se posen tranquilamente hay que meter muchas horas. "Hay que ser bastante tenaz", dice. Y para conseguirlo se necesitan de dos a tres meses de entrenamiento. "Al final", señala Urko, "la relación del ser humano con las rapaces es muy primaria: comida por trabajo". Una relación, según él, "muy básica, pero muy tierna". Aunque especifica: "Con las rapaces no se da la afectividad que existe con las mascotas; no buscan caricias pero toleran tu presencia". Así que con un "manejo correcto" y siguiendo "técnicas ancestrales" que ya utilizaban los árabes en la antigüedad, Urko consigue que la aves vuelen, cacen y vuelvan donde su amo. ¿Y si no vuelven? "Entonces tenemos que ir a buscarlas". Lo hacen gracias a unos dispositivos que llevan las aves en sus patas y que emiten señales.

Bodas Urko también utiliza sus aves como "herramienta de trabajo" para ahuyentar plagas. "Hago servicio de control de fauna allí donde me llaman, ya que cualquier tipo de plaga, de palomas o de gaviotas, por un tema de salud pública, puede afectar el funcionamiento de cualquier instalación deportiva". En el aeropuerto de Loiu solo trabaja los fines de semana. Forma parte del equipo de la empresa encargada de que el espacio aéreo quede libre de aves que puedan interferir los aterrizajes y despegues de los aviones. Pero el trabajo más curioso que desempeña Urko es el de las bodas. "Entra el águila en la iglesia, se posa sobre la mano del novio, que previamente le he dejado un guante especial, deposita los anillos, que los lleva en el pico, y vuelve donde mí", relata. "Es algo asombroso, que gusta mucho", dice.

Lo que sí le gustaría hacer en un futuro, cuando tenga tiempo y dinero, es cazar con un halcón. "Es impresionante ver a un halcón peregrino cómo caza", señala. "Es un ave", prosigue, "capaz de elevarse a una gran altura, ver y atacar con una gran precisión". Eso y otras muchas cosas relacionadas con las rapaces es lo que ha podido ver recientemente en el campeonato de España, disputado en León el puente del Pilar, donde Urko triunfó. "Gané en la modalidad de bajo vuelo con aves pequeñas", dice modestamente, algo que ya había hecho hace cuatro años. Urko se proclamó campeón con un gavilán al que todos los días le da de comer de su mano. Le encanta la velocidad con la que sale en busca de su presa y su inteligencia. "Es como volar uno mismo", concluye.